LA TEMPERATURA
El problema de la temperatura dentro de los lugares de trabajo entra en realidad en un contexto más amplio que es el del microclima, es decir de la temperatura y de la ventilación de un determinado local.
Se trata de un problema que hay que afrontar en el momento en el que la ventilación natural es sustituida o integrada por la artificial.
Todo local debe presentar una superficie con ventanas adecuada (1/10 cada uno de la total del local), de manera que se permita cambiar suficiente aire (por lo menos 2/3 cambios cada hora).
Las ventanas tienen que abrirse fácilmente desde abajo y estar ubicadas de manera que su apertura no provoque corrientes a los trabajadores de forma directa.
Sin embargo, tal y como sabemos, a menudo en los edificios en los que trabajamos se montan instalaciones de aire acondicionado y/o ventilación artificial, tanto para calentar los locales en los meses invernales, como para refrigerarlos en los meses de verano.
Para que una instalación sea adecuada debe poseer, por lo menos, los siguientes requisitos:
- durante su funcionamiento, dichas instalaciones tienen que producir una velocidad del aire no superior a 0.2 metros/segundo;
- tienen que conservar un nivel de humedad del aire entre el 40 y el 60 %;
- tienen que producir una temperatura indicativa oscilante entre el 18% y el 20%;
- no deben incidir de forma determinante en el nivel de ruido medioambiental;
- tienen que tener la boca de extracción de aire emitido ubicada en un lugar bajo:
- no deben contribuir a la contaminación medioambiental, tanto química como biológica.
Esta afirmación que puede parecer banal, se deriva por el contrario de la constatación de los peligros que se esconden en toda instalación de aire acondicionado y/o climatización.
Existe un síndrome, conocido con el nombre de edificio enfermo (sick building syndrome), que afecta a los que habitan edificios con instalaciones de climatización.
Se produce cuando más del 20% de las personas que lo ocupan se queja de molestias que consisten en irritación cutánea, de las mucosas y percepción de olores desagradables.
Existe la hipótesis de una acción sinérgica de varias sustancias presentes en el ambiente incluso en pequeñas concentraciones.
La mayor responsable es la ventilación mecánica de los edificios aunque no se sabe si actúa de por sí o indirectamente aumentando la concentración y la cantidad de los agente contaminantes.
Dicha acción sinérgica se desarrolla debido a los compuestos orgánicos volátiles presentes en las oficinas, en concentraciones menores a las permitidas a nivel industrial.
Sin embargo, es necesario considerar que el control de la contaminación indoor no es de fácil aplicación, puesto que las sustancias presentes en dosis muy pequeñas, pero potencialmente dañinas, son numerosas.
Un índice de pureza del aire podría lograrse mediante la medición de las concentraciones de anhídrido carbónico. Un índice no específico, pero de fácil medición.
Las concentraciones de CO2 mayores a 1000 pp, son indicativas
de inadecuada aportación de aire fresco.
Algunas indicaciones para reducir el nivel de contaminación
indoor son:
- eliminación de los agentes contaminantes externos obtenidos con las bocas de aires;
- manutención frecuente y esmerada de los filtros de las instalaciones de climatización y/o acondicionamiento;
- esmerada elección de materiales y decoración, eliminando o reduciendo los que son a base de resinas fenólicas;
- reglamentación de los espacios para fumadores;
- dilución de las sustancias químicas contaminantes incrementando los cambios de aire;
- control de los agentes contaminantes biológicos con esmerados programas de manutención de las instalaciones de climatización y/o condicionamiento;
- desinfección periódica con bactericidas y esmeradas limpiezas de locales y decoraciones con productos idóneos.