IN QUALCHE PUNTO DELLA PRIMAVERA

balada azul

Frente al mar, viendo las olas
la quieta orilla besar,
los dos muy juntos, muy juntos
cual no estaremos jamàs,
ella me dijo:
Quisiera
ser ola blanca del mar,
y en su cristal peregrino
lucir mi fino cristal.
O ser el mar que se mece
dei aire al suave compàs
por donde en gentil carrera
saltando las olas van...
Y bajo el cielo sin nubes,
junto a la orilla dei mar,
prendìle un beso en los iabios
y con amoroso afan,
estrechàndola le dije:
-Mi bien, yo quisiera màs;
ser mar, si tù fueras ola,
ser ola si fueras mar.

En el jardin donde el céfiro
dice su blanda cancion,
al pie de la fuente clara
juntos, muy juntos los dos,
ella me dijo. — Quisiera
ser lirio pleno de olor,
que al pasar, besara el aire,
que al brillar, besara el sol.
O ser el sol, que derrama
con ardorosa pasion
oro hirviente en cada lirio
que en los jardines brotó...
Y en el jardin donde el céfiro
dice su blanda canción,
prendíle un beso en los labios
como quien prende una flor,
y estrechandola le dije:
-Mi bien, más quisiera yo,
ser sol si tu fueras lirio,
ser lirio , si fueras sol...

En el cementenio, triste
como un en,fermo pensil,
su cuerpo tibio y fragante
cerca, muy cerca de mi,
(mientras Céfiro en las frondas
afinaba su violín,
para llorar a la Tarde
que acababa de morir)
ella me dijo. — Quisiera
descansar por siempre aquí,
bajo esta tumba florida
serenamente dormir.
Y en el cementenio, triste
como un enfermo pensil,
estrechándola le dije:
—Mi bien, yo siempre pedi
ser blanca cruz en la tumba
donde dormiras por fin,
para estar, aun en la muerte,
cerca, rnuy cerca de ti...

La ballata celeste

Di fronte al mare e alle onde
che baciano cheta la riva,
noi due stretti, tanto stretti
come mai pli non saremo,
ella mi disse: Vorrei
esser bianca onda del mare,
e al suo cangiante splendore
dare il mio fine cristallo.
O il mare che si dondola
al dolce ritmo del vento
ove in gentile rincorsa
le onde saltano e vanno...
E sotto il cielo senza nubi,
presso la riva del mare,
le colsi un bacio dalle labbra
e con amorosa ansia
abbracciandola le dissi:
—Amore, io vorrei di più:
essere mare, se tu fossi onda,
essere onda, se tu fossi mare.

Nel giardino ove lo zefiro
dice la sua blanda canzone,
ai piedi della fonte chiara,
e stretti stretti noi due,
ella mi disse: — Vorrei
esser giglio profumato,
che passando baciasse l’aria,
che brillando baciasse il sole.
O esser sole, che diffonde
con infocata passione
oro fuso in ogni giglio
che dal giardino è spuntato...
E nel giardino ove lo zefiro
dice la sua blanda canzone,
le colsi un bacio dalle labbra
come chi coglie un fiore,
e abbracciandola le dissi:
—Amore, io vorrei di più:
esser sole, se tu fossi giglio,
esser giglio, se tu fossi sole...

Nel cimitero, dolente
come un verziere malato,
il suo corpo caldo e fragrante
vicino, tanto vicino a me,
(mentre Zefiro tra le fronde
accordava il suo violino,
per rimpiangere la Sera
che già stava per morire)
ella mi disse: — Vorrei
riposare per sempre qui,
sotto questa tomba fiorita
serenamente dormire.
E nel cimitero, dolente
come un verziere malato,
abbracciandola le dissi


-Amore, sempre ho smaniato
d’esser bianca croce alla tomba
dove in fine dormirai,
per stare, anche nella morte,
vicino, tanto vicino a te...





Piedra de horno

La tarde abandonada gime deshecha en lluvia.
Del cielo caen recuerdos y entran por la ventana.
Duros suspiros rotos, quimeras calcinadas.

Lentamente va viniendo tu cuerpo.
Llegau tus matios en su érbita de aguardiente de caña;
tus pies de lento azucar quemados por la danza,
y tus muslos, tenazas del espasmo,
y tu boca, sustancia
comestible, y tu cintura
de ahierto caramelo.
Llegan tus brazos de oro, tus dìentes san guinarios;
de pronto entran tus ojos traicionados;
tu piel tendida, preparada
para la siesta:
tu olor a selva repentina; tu garganta
gritando
no sé, me lo imagino —, gimiendo
no sé, me lo figuro
—, quejándose no sé,
supongo, creo
—;
tu garganta profunda
retorciendo palabras prohibidas.
Un rio de promesas
baja de tus cabellos,
se demora en tus senos,
cuaja al fin en un charco de melaza en tu vientre,
viola tu carne firme de nocturno secreto.

Carbón ardiente y piedra de horno
en esta tarde fria de lluvia y de silencio.


Pietra incandescente

Il pomeriggio solitario geme disfatto in pioggia.
Dal cielo cadono ricordi ed entrano dalla finestra.
Duri sospiri sfranti, chimere calcinate.

Lentamente viene avanti il tuo corpo.
Arrivano le tue mani nella loro orbita
d’acquavite di canna;
i tuoi piedi di lento zucchero bruciati dalla danza,
e le tue cosce, tenaglie dello spasmo,
e la tua bocca, sostanza
commestibile, e la tua cintura
di aperta caramella.
Arrivano le tue braccia d’oro, i tuoi denti sanguinari;
d’improvviso entrano i tuoi occhi traditi;
la tua pelle tesa, pronta
alla siesta:
il tuo odore di selva repentina; la tua gola
che grida — non so, me l’immagino, — e geme
—non so, me lo figuro —e si lamenta—non so,
suppongo, credo —
la tua gola profonda
rimestando parole proibite.
Un fiume di promesse
scende dai tuoi capelli,
indugia tra i tuoi seni,
coagula infine in una pozza di melassa nel tuo ventre,
viola la tua carne soda di notturno mistero.

Carbone ardente e pietra incandescente
in questo pomeriggio freddo di pioggia e
di silenzio.


Rosa tú, melancólica.

El alma vuela y vuela
busccindote a lo lejos,
Rosa tu, melancólica
rosa de mi recuerdo.
Cuando la madrugada
va el campo humedeciendo,
y el dia es como un niño
que despierta en el cielo,
Rosa tu, melancólica,
ojos de sombra llenos,
desde mi estrecha sábana
toco tu firme cuerpo.
Cuando ya el alto sol
ardió con su alto fuego,
cuando la tarde cae
del ocaso deshecho,
yo en mi lejana mesa
tu oscuro pan contemplo.
Y en la noche cargada
de ardoro silencio,
Rosa tù, melancólica
rosa de mi recuerdo,
dorada, viva y humeda,
bajando vas del techo,
tomas mi mano jria
y te me quedas viendo.
Cierro entonces los ojos,
pero siempre te veo,
clavada alli, clavando
tu mirada en mi pecho,
larga mirada fija,
como un puñal de sueño.

O Rosa melanconica...

L’anima vola e vola
cercandoti lontano,
o Rosa melanconica,
rosa del mio ricordo.
Quando poco a poco l’alba
la campagna inumidisce,
e il giorno è come un bimbo
che si sveglia nel cielo,
o Rosa melanconica,
carichi gli occhi d’ombra,
dal mio povero lenzuolo
tocco il tuo saldo corpo.
Quando già alto il sole
arde col suo alto fuoco,
quando la sera cade
dal ponente disfatto,
io nel mio lontano desco
il tuo ignoto pane osservo.
E nella notte gravida
d’appassionato silenzio,
o Rosamelanconica,
rosa del mio ricordo,
dorata, viva e umida,
tu discendi dal tetto,

mi prendi la mano fredda
e resti li a guardarmi.
Io chiudo allora gli occhi,
ma pur sempre ti vedo,
là piantata, a piantare
il tuo sguardo sul mio petto,
lungo sguardo immobile,
come un pugnale di sogno.


El negro mar


La noche morada sueña
sobre el mar;
la voz de los pescadores
mojada en el mar;
sale la luna chorreando
del mar.

EI negro mar.

Por entre la noche un son,
desemboca en la bahia;
por entre la noche un son.
Los barcos lo ven pasar,
por entre la noche un son,
encendiendo el agua fria.
Por entre la noche un son,
por entre la noche un son,
por entre la noche un son...

Ei negro mar.

---Ay, mi mutata de oro fino,
ay, mi mulata
de oro
y plata,
con su amapola y su azahar,
al pie del mar hambriento y masculino,
al pie del mar.
Il nero mare

La notte livida sogna
sopra il mare;
la voce dei pescatori
bagnata nel mare;
spunta la luna grondante
dal mare.

Il nero mare.

In mezzo alla notte un son,
sta arrivando nel golfo,
in mezzo alla notte un son.
Le barche lo vedono passare,
in mezzo alla notte un son,
incendiando l’acqua fredda.
In mezzo alla notte un son,
in mezzo alla notte un son,
in mezzo alla notte un son...

Il nero mare.

—Ah, mulatta d’oro fino,
ahi, mia mulatta
d’oro e d’argento,
con rosolacci e zagare,
ai piedi del mare maschio e vorace,
ai piedi del mare.


Pero que te puecla ver

Si es que me quieres matar,
no esperes a que me duerma,
pues no podré despertar.
Muerto,
ay, muerto y también dormido,
no es ni morir ni soñar,
no es ni recuerclo ni olvido.
Muerto,
ay, muerto y también dormido,

Mátame al amanecer,,
o de noche, si tú quieres;
pero que te pueda ver
la mano;
pero que te pueda ver
las uñas;
pero que te puecla ver
los ojos,
pero que te pueda ver.
Ma che ti possa vedere

Se proprio mi vuoi ammazzare,
non sperare che m’addormenti,
poiché non mi potrò svegliare.
Morto,
ahi, morto ed anche addormentato,
non è né morire, né sognare,
non è ricordo né oblio.
Morto, ahi, morto ed anche addormentato.

Uccidimi pure all’alba,
o di notte, se tu vuoi;
ma che possa vederti
la mano;
ma che possa vederti
le unghie;
ma che possa vederti
gli occhi;
ma che ti possa vedere.


Alta niña de caña y amapola

Primero fue su rápida cintura,
la órbita de oro en que viajaba
su cuerpo, el mundo joven de su risa,
la verde, la metdlica
naturaleza de sus ojos.
¿La amé? Nunca se sabe.
Pero en las noches timidas,
en las nubes perdidas y sonámbulas
y en el aroma del jazmin abierto
como una estrella fija en la penumbra,
su nombre resonaba.
Un dia la distancia
se hizo un largo suspiro.
Oh qué terrestre angustia, en un gran golpe
de nieve y lejania!
¿Sufrí? Nunca se sabe.
Pero en las tardes tristes,
en la insistencia familiar del .ángelus,
a la hora del vuelo taciturno
del buho y el murciélago,
como en un sueño sim pie la veía.
Al fin he aqui que el viento,
he aqui que el viento al fin me la devuelve.
La he tenido en mis brazos, la he besado
en un tibio relámpago.
Toqué sus manos lentas,
la flor bicéfala del seno, el agua
de su lujuria inaugural... Ahora,
oh tú bienesperada,
suave administradora
del fuego y de la danza,
alta niña de caña y amapola,
ahora ya sé que sufro y que te amo.
Alta fanciulla di canna e rosolaccio
Dapprima fu la sua rapida cintura,
l’orbita d’oro in cui viaggiava
il suo corpo, il mondo giovane della sua risata,
la verde, la metallica
natura dei suoi occhi.
La amai? Mai si può dire.
Ma nelle notti timide,
nelle nubi sperdute e sonnambule
e nell’aroma del gelsomino spalancato
come una stella fissa nella penombra,
il suo nome echeggiava.
Un giorno di distanza
si tramutò in lungo sospiro.
Oh che terrestre angoscia, in un gran colpo
di neve e lontananza!
Soffersi? Mai si può dire.
Ma nelle sere meste,
nella petulanza familiare dell’Angelus,
all’ora del volo taciturno
del gufo e del pipistrello,
come in un sogno lineare la scorgevo.
Ed ecco infine che il vento,
ecco che il vento infine me la rende.
L’ho tenuta tra le braccia, l’ho baciata
in un tepido lampo.
Ho toccato le sue mani lente,
il fiore bicefalo del seno, l’acqua
della sua lussuria iniziale... E ora,
tu, benattesa,
dolce amministratrice
del fuoco e della danza,
alta fanciulla di canna e rosolaccio,
adesso so che soffro e ti amo.