1 No abordamos en este texto un tercer aspecto de la normalización de la terminología que ya hemos presentado en otras ocasiones: la de armonización entre la concepción de una realidad y la lengua que denomina cada elemento conceptual, propia de la llamada terminología para el desarrollo. Para este tema puede verse DIKI-KIDIRI, M. (1999a e 1999b) e CABRÉ, M.T (1999b).

2 Los datos que proporciona el trabajo de Rosa Estopà (1999) son los siguientes: Ante un texto de medicina de 12.069 ocurrencias, cuatro colectivos (médicos, traductores, documentalistas y terminógrafos) han señalado globalmente 1.268 unidades especializadas. De ellas, los médicos han señalado 938, los traductores 270, los documentalistas 486 y los terminógrafos 1.052). Aparte de las diferencias cuantitativas, explicadas por las funciones profesionales, cabe observar que los colectivos han coincidido muy poco en las unidades que han subrayado. Así, médicos, documentalistas y terminógrafos solo han coincidido en un 30,7% de unidades, y médicos, traductores y terminógrafos en un 11,3%. Tomados los colectivos de dos en dos observamos en los datos de Rosa Estopà que una comparación entre las unidades destacadas por los médicos -que representan el conocimiento experto- y las señaladas por los documentalistas solo coinciden en un 10,8%, entre médicos y traductores solo hay un 9,9% de coincidencia, y entre médicos y terminógrafos, un 37%.

3 Solo en un punto de su obra póstuma Wüster marca una distinción explícita entre prescripción y descripción. Lo hace en relación a la definición: "También se pueden clasificar las definiciones por su propósito: las definiciones descriptivas constatan los significados; las definiciones descriptivas los fijan." Wüster 1998: 67). En otro punto de su obra, en cambio, fuerza la identificación entre prescripción y descripción: " En el lenguaje de especialidad formal, la norma prescriptiva rápidamente se convierte en norma descriptiva." (Wüster 1998: 23).