DE VICTIMAS Y VICTIMARIOS

La novela que estaba escribiendo llegó a su punto culminante: el Presidente de la Junta de Gobierno es emplazado por el Enviado Especial del Departamento de Estado a discutir las condiciones que convienen de hecho para el reconocimiento del régimen "nazifascista" surgido el 20 de diciembre de 1943. El encuentro no se realiza en la Embajada ni en el Palacio Quemado sino en El Alto de La Paz, el despoblado, anochecido y soledoso Alto de La Paz... Sonreí y seguí machacando con entusiasmo rutinario el rodillo de la Underwood, pero el llamado a la puerta fue más vigoroso. Mi madre que se encontraba a la entrada salió y a poco me anunció que unos fulanos, que eran indios, deseaban verme. ¿Indios? Sí, indios. No podía evitarlos porque se encontraban agrupados a la entrada, observando en silencio. Está bien, que pasen. Disgustado soberanamente los abandoné a mis personajes estacionados en la noche de El Alto. Sin dejar de moverme del sitio enque estaba posesionado con mi Underwood, los vi entrar: un, dos, treis, seis, ocho i llegaban a la decena. Ni más ni menos que una delegación. Sumimos, cabizbajos y haciendo persistentes reverencias ocuparon las sillas y taburetes que les ofrecimos. Un hedor penetrante a estiércol de ovejas inundó la habitación. Los dirigía el Mono Jáuregui.

- He venido, compañero escritor, trayéndolos a estos hermanos campesinos para que se los escribas unas quejas para el compañero Presidente, para el compañero Ministro Camba de Asuntos Campesinos y para los compañeros del Consejo Nacional de Reforma Agraria...