Con 38 años de casados, la pareja de Celia Cruz y Pedro Knight es ejemplo de armonía, comprensión y apoyo mutuos dentro del ambiente artístico internacional.

``Es verdad que nos quermos mucho, él me apoya siempre. Cuando tengo que ir al médico, que él sabe que no me gusta, me insiste, me obliga''.
``Es ella la que me apoya y me cuida a mí'', responde el músico a quien la misma Celia bautizara como su Cabecita de Algodón.
``Yo soy diabético y ella me cocina mis cosas. Cuando estamos en la casa, que no es mucho porque siempre estamos de gira, quedándonos en hoteles, a ella no le gusta que nos visiten para poder estar solos y tranquilos''.

``Es que si llega gente, entonces no podemos descansar'', agrega Celia, y él continúa la idea: ``Es cuando aprovecha para estar en chancletas y sin maquillaje. Hablamos mucho. Nosotros seguimos teniendo temas que compartir como el primer día. Nos sentamos a desayunar y conversamos de todo''.

Antes de decidir contraer matrimonio, fueron novios por casi 10 años. ``Es que yo no estaba muy segura, él tenía fama de mujeriego''.

Pedro interviene divertido: ``Habladurías''.

``Yo no sé si era verdad o mentira'', dice Celia. ``Pero siempre tenía a un montón de mujeres detrás de él y yo me dije: `¡Qué va, esto no cuadra!' ''

``Lo que más yo valoro de Celia es su bondad, su sinceridad, la nobleza que tiene'', dice conmovido el hombre inseparable de la diva de la guaracha. ``Es una gran mujer, un gran ser humano''.

Omer Pardillo, quien desde hace años se ha convertido en asistente, director de prensa y ahora representante de Celia, dice a Viernes que trabajar con ella ha sido y será la experiencia más maravillosa de su vida. ``Yo llegué a ella por la admiración que le tenía. Fue mi primer trabajo. Son mi familia. Ella me cuida como si fuera una madre''.

``No pudimos tener hijos'', comenta Celia. ``Lo intentamos, pero no pudo ser. Ahora casi que me alegro, o mejor, me consuelo. Dios sabe por qué hace las cosas. Hay tanta violencia, tanta droga, tantos problemas con la juventud''.

De cualquier modo, la intensa vida de esta pareja no deja lugar para nada que esté fuera de la carrera musical de Celia.

``¿Aburirnos? ¡Imposible, si no paramos!'', declara Pedro. ``Y cuando estamos una semana sin actividad, nos sentimos raros'', declara Celia y es Pardillo quien desde su esquina en el salón hace una sonrisa. ``¿Verdad, Omer?'', pregunta la guarachera y Pardillo tiene que revelar el secreto: ``A la semana no, a los tres días me dicen: `¿Qué pasa que no ha habido entrevistas, ni actuación?' ''.

``Ya estamos acostumbrados al trabajo, se disfruta'', dice Celia. ``Aunque, a veces, creo que me van a matar de un lado para el otro''. ``Empezamos muy temprano la promoción y, a veces, son 12 y 16 horas'', revela Pedro. ``La suerte es que todo el mundo la quiere y nos tratan bien en todas partes''.

Al preguntar si ha habido alguna vez en que el fervor del público hiciera peligrar la seguridad de la artista, Pardillo comenta: ``Siempre el público, en todas partes, es muy respetuoso y considerado con ella. Sólo una vez, fue en una provincia de Argentina, una muchacha se emocionó tanto que la abrazó y cogimos miedo de que sin querer le hiciera daño. Por suerte no pasó nada más''.

``A mí todo el mundo me quiere, como dice Pedro. Incluso hay quien pudiera preocuparse por un atentado o un sabotaje porque siempre hablo de Cuba y del exilio en cualquier país y todo el mundo sabe que soy cubana exiliada y, como no uso guardaespaldas, pero nada. Y son cosas que hay que decir, ¿verdad?''

Al hablarle sobre sus parientes, Celia reconoce contenta que es una familia unida. ``Aunque estemos lejos trabajando, mantengo la comunicación. Nos llamamos y aprovechamos cualquier pretexto para vernos y compartir''. Y Pedro agrega: ``Allá en Nueva York estamos muy solos, pero descansamos, cuando hay un descanso''.

Según informan no les cansan tanto los aviones, ni estar un día en Dinamarca y al otro en Buenos Aires, para, al tercero volver a Europa, y así contantemente. ``Lo que más me cansan son las entrevistas. Hay quien llega con buena intención y hasta te dicen: `Le voy a hacer la entrevista de su vida'. Y te preguntan que ¿cómo surgió lo del azúcar'', se tapa la cara entre carcajadas. ``También hay entrevistas agradables, con preguntas inteligentes''.

En estos momentos, las giras están encaminadas a promover el más reciente disco, Siempre viviré. ``Es mi deseo que tenga buenas ventas para que la compañía no sienta que perdió el tiempo y el dinero, que sepan que podían confiar en mí'', le toma la mano a Pedro, quien en confianza pregunta: ``¿Te gustó; verdad que está bueno?''.

Cuando tratamos de indagar sobre cómo van las ventas, Celia responde sin titubear: ``Yo no sé. Nunca he preguntado eso. Yo sigo trabajando. Me pondría muy triste si me dijeran que no está marchando bien. Por eso nunca he preguntado, ni con éste, ni con los otros. Yo los hago con amor''. Y Pedro concluye besándole una mano entre las suyas: ``Y eso se siente. Ahí está el resultado''.

EVELIO TAILLACQ
Publicado en el Nuevo Herald.

 
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