Introduzione

3 WMF ITALIA 2000

LA MEDIACION COMO POSIBILIDAD DE PARTICIPACION EN LAS DEMOCRACIAS.

HILDA TERESA MARTINO
JUAN PEDRO CATELEN

ABSTRACT

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Country:
Argentina

Language:
Spanish


La globalización que caracteriza a esta época ha abarcado tanto a democracias avanzadas como a las incipientes, estás últimas con un fuerte carácter dominante del Estado, quien al asumir el rol que le es dado, fortalece el ámbito de la resolución de los conflictos que ejercita a través de los distintos poderes, y en particular por el poder judicial - con su estructura netamente adversarial-.Este rol del Estado, que nace por delegación histórica de los pueblos, tiene como factor concomitante, la adecuación sistemática de las democracias de un fuerte y marcado tono "representativo".

Esta representatividad se dá siempre en desmedro de la participación pues, imbuidas de aquella marcada "delegación"que el conjunto concede al Estado , estas democracias carecen de la red de vasos comunicantes y de interacción - canales de participación-que caracterizan a las democracias avanzadas, en las cuales, es propio notar la intensa participación de los conjuntos humanos e institucionales.Esta aparente antinomia: "democracia representativa vs. democracia participativa", permite avizorar la utilización de espacios que generen el traspaso de uno a otro término de la relación, integrándolas de manera armónica, sin desechar las bondades de cada una, generando así una suerte de democracia representativa con fuerte contenido participativo.

La mediación como modo- entre otros- de pacificación social, importa la posibilidad cierta de configurar esa incidencia de transformación, lo que significa en sí mismo un cambio cualitativo.De la misma manera que se intenta en el proceso de mediación devolver la resolución del conflicto a sus verdaderos protagonistas, los pueblos deben recuperar parte del poder delegado al Estado y participar con él en la resolución de sus conflictos, lo que significa un mayor grado de civilidad. Las virtudes de la mediación para resolver la conflictiva social permite consensuar los discensos propios de todo grupo, transformando y superando la mera representatividad en auténtica participación.


 

Index

La globalización
La pacificación
Democracia ...
Reprecentación
Participación
Notas

 
 


LA GLOBALIZACIÓN

 
 

 

"No existe la justicia en abstracto. No es más que el acuerdo entre los hombres
de que en sus distintas relaciones mutuas no ofenderán ni serán ofendidos".
- EPICURO - Doctrinas Principales

La expansión de la cultura y de la práctica de la mediación por todos los lugares del mundo aparece directamente vinculada al proceso de globalización que nos abarca. Globalización y expansión de la práctica de la mediación parecen ser aspectos del mismo cambio paradigmático.
Este fenómeno, la globalización, reconoce bajo su paragua abarcador una realidad que a la vez que abarcada se fragmenta, dejando expuestos e interactuando a sus elementos más singulares. Así, es posible observar en las democracias contemporáneas la generación de excesivos individualismos que constituyen su mayor vulnerabilidad (1). Ya no acudimos a fenómenos de masas sino a fenómenos plurales de isocomportamiento: por debajo de aquél paragua -como dijimos- se perciben cambios enteros de clases sociales que transitan desde el poder económico a la pobreza, de la inclusión a la exclusión. Esto permite visualizar un cambio de la morfología conflictual colectiva e individual. La era informática traspasando y vulnerando las fronteras culturales produce, por su accesibilidad, la globalización de la cultura y con ello de los conflictos.

La globalización coexiste con lo que Fukuyama ha dado en llamar la ruptura del orden social. Esta, "la gran ruptura", tiene un aspecto positivo, pues al decir del autor "...el orden social, una vez roto, tiende a reconstituirse, y existen señales de que esto es precisamente lo que está ocurriendo en la actualidad". Tenemos fundados motivos para sospechar que es precisamente en este proceso de reconstrucción que la mediación puede tener un papel protagónico.

Sin pretender ingresar a otras formas de organización política de los pueblos y siendo el motivo de este trabajo el análisis - desde y en las democracias- de estas técnicas de resolución, es dable advertir que la globalización abarca tanto a democracias avanzadas como a las incipientes y que en ese ámbito generalizar resulta de muy diferente incidencia según sean unas u otras las analizadas.

La nota distintiva que encontramos, como dato ineludible, resulta ser el neto carácter representativo que tienen las democracias jóvenes, a diferencia del carácter participativo que reconocen las democracias avanzadas. Hoy sabemos que, esto se debe a variadas y complejas razones, mientras la democracia norteamericana reconoce una herencia de marcado individualismo de vital dinamismo asociativo y progresista, las democracias latinoamericanas herederas de la tradición hispánica tienen un marcado rasgo de dependencia de instituciones grandes y centralizadas como el Estado y la Iglesia, en desmedro de la participación de la sociedad civil.(1)
En aquellas -las democracias participativas- luego de un largo proceso, han generado espacios de expresión institucional y no institucional o mejor dicho, esas instituciones han sabido actuar e interactuar de manera tal de crear dichos espacios de actuación y participación.
Ya no se concibe - en las democracias de primer orden- al Estado como único depositario de los mecanismos de resolución de los conflictos. Las instituciones y entidades intermedias han tomado para sí la responsabilidad y la tarea de asumir con mayor eficacia y resultado aquellas mecánicas de resolución, dejando en manos del Estado cada vez más los mecanismos residuales.

 

 


LA PACIFICACIÓN

 
 
Cualquier planteo y análisis que formulemos en el ámbito de la Resolución de los Conflictos tiene como aspiración teleológica a la pacificación.
Si desarrolláramos una ecuación que reconociera como términos al individuo y al conflicto, la solución al dilema pasaría inevitablemente por la responsabilidad de aquél de asumirlo, en tanto que, tal asunción implica maduración y crecimiento; si la ecuación se instala y es comprensiva de un pueblo, los términos de esa ecuación, que se hallaría en las expresiones pueblo-conflicto, necesariamente reconocería como aspiración la paz social.
Si consideráramos junto con William Ury que el grado de civilización de una sociedad no se mide por la mayor o menor cantidad de conflictos que posea sino por el modo en que estos se resuelven, hallaríamos notables diferencias según analizáramos a las democracias avanzadas o las incipientes.
Nos animamos a agregar a la propuesta que "tal diferencia se percibe, según el grado de participación que informa a la democracia en examen". En cualquier caso, sea que analicemos las democracias avanzadas o no avanzadas la nota común será la paz social.

 

 

 

 


DEMOCRACIA ...Y la libertad ha estallado.

 
 


Hemos venido hablando en este trabajo de democracias avanzadas, de democracias incipientes, de democracias representativas o de democracias participativas.
Si bien nos parece inviable la implementación de una democracia directa, también alcanzamos a visualizar que la democracia meramente representativa no da las respuestas que requiere el advenimiento de los nuevos tiempos.
Siguiendo con las citas que venimos realizando de Fukuyama, asistimos, con el advenimiento de la era informática a un fenómeno que traspasa las fronteras y de mano de la globalización abarca todo el planeta en una suerte de incontenible manifestación anárquica. En este contexto el autor señala que " una sociedad estructurada en torno de la informática tiende a producir una mayor cantidad de los dos valores que el hombre más aprecia en la democracia moderna: la libertad y la igualdad...". "La libertad de elegir ha estallado" nos anuncia el analista. Resulta imposible en este contexto creer que se puede conciliar la democracia meramente representativa y esta explosión que irrumpe en la trama política, cultural, económica, de los pueblos penetrando sus ámbitos territoriales con caudales de información.

La rapidez en el contacto, la trama generalizada tejida en torno a Internet, los cambios e intercambios generados en una dinámica generalizadora han puesto en jaque a las democracias que transitan a la vera de la mera representatividad. Los gobiernos por organizados que sean no alcanzan a asimilar la cantidad de información que recibe el individuo. Por otro lado,la sociedad civil pugna por aportar su opinión, por contribuir, por compartir y protagonizar; la solidaridad y la cooperación tienden a instalarse, no ya como contenidos morales sino como ámbitos pragmáticos. Allí la importancia de los canales de participación. Resulta inconcebible -repetimos- que el Estado pueda con todo, que desde una actitud paternalista pretenda abarcar la problemática toda que se renueva a cada instante. El desafío para las democracias modernas se presenta ante la necesidad de compartir los procesos de realización, de generar una infinidad de vasos comunicantes que las libere de la carga imposible de sobrellevar que implica este incesante proceso que tiende a la saturación.

La reestructuración del orden social no puede pretender ser establecido por vía de imposición de superestructuras, como el Estado, porque en esta era ya rige el nuevo paradigma omniconmprensivo de la evolución: la autoorganización (2). Creemos que la mediación -familiar, empresarial, en las organizaciones, ambiental, comunitaria, etc.- es el modo participativo por excelencia en la resolución de los conflictos y vehículo adecuado del nuevo paradigma.
"Siempre se ha pensado en soluciones únicas y excluyentes. Hoy se reconoce sin embargo que los sistemas pueden dar diferente clase de respuesta a una situación dada..."(2)
Coherente con esta diversidad de soluciones asistimos hoy a la necesidad de acompañar -en las democracias- a los gobiernos en la diversidad de problemáticas que les estaba dado administrar y solucionar en forma excluyente.
En cuanto a la escala mundial compartimos con W. Ury que "...la cooperación se está convirtiendo en la clave de la supervivencia humana. Retos tales como la protección del ambiente y la estructuración de una economía próspera solamente se pueden abordar mediante la cooperación entre naciones competidoras. La guerra se está convirtiendo, cada vez más, en una manera costosa e inconcluyente de manejar los conflictos graves. En la era del armamento desvastador, hasta los más encarnizados enemigos deben aprender a trabajar conjuntamente a fin de sobrevivir. La cooperación no significa el fin de la competición. No eliminaremos nuestras diferencias -ni debemos eliminarlas-, pero podemos enfrentarlas más constructivamente."(3)
Los RAD como métodos que ponderan la cooperación y la colaboración como caminos para la solución de los problemas, son formas adecuadas para instalarse en las democracias generando el consenso necesario -lo que no importa unanimidad- para perdurar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REPRESENTACIÓN

 
 


La representación, que fuera panacea de la democracia, necesita un salto cualitativo para abandonar su viejo traje impoluto y sinonímico de democracia para ingresar en el concepto y en la democracia misma que exige el tercer milenio.
Si bien en un primer momento histórico, la representatividad dió respuesta adecuada a las necesidades del conjunto, el cambio de paradigma tornó ineficaz a aquella capacidad; contemporáneamente la civilidad autogeneró aquellos campos de respuesta.
La delegación en el Estado -a través de los representantes- de las funciones organizadoras, correctoras y fiscalizadoras de la convivencia evidenciaron la posibilidad cierta de propender a la pacificación social. La trama Russoniana daba adecuada respuesta para una sociedad incipiente que hallaba en la representación de los intereses colectivos su más clara expresión.

Pero esta trama social se fue complejizando y ajustando a tal punto en la expresión evolutiva de los intereses sectoriales e individuales que las democracias modernas no pudieron, sino por agiornamiento de sus mecanismos de expresión, superar aquel régimen virtualmente perfecto. La representación ya no daba respuesta a los nuevas formas de dinámica social, los tiempos se acortaban, las transformaciones eran cada vez más súbitas y profundas, el paso de la sociedad industrial a la sociedad posindustrial o informática importaban cambios cualitativos que tornaron ineficaces e insuficientes a la democracias meramentes representativas. En este contexto, sólo una participación oportuna y constante podía canalizar las múltiples transformaciones en las democracias más avanzadas. Las sociedades no podían asimilar como único canal de participación a los actos eleccionarios y estos a su vez no podían ser los únicos mecanismos de pacificación. Las instituciones y organismos intermedios, las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y el propio individuo, irrumpen en el Estado moderno generando una y otra vez vías de acceso y participación, canales de gestión, ámbitos opinión. El Estado no puede abarcar en su versión monopolizadora la conflictiva social; la dinámica social tiende a tomar para sí este ámbito huérfano de actividad estadual. La administración de Justicia por parte del Estado resulta insuficiente como factor armonizador y pacificador, razón por la cual la sociedad halla métodos complementarios que sin desplazarla coexisten con ella.

Estos canales se habilitan, en las democracias avanzadas, primero en forma espontánea y anárquica para luego institucionalizarse. En cualquier caso estas vías dinámicas de participación no son sino la expresión necesaria de una prioridad: perdurar.
De la misma manera que en lo individual -en el ámbito del conflicto-, las sociedades asumen la trama de su conflictiva, sustituyendo y co-elaborando con el Estado moderno las soluciones a los desafíos que atentan con la armonía del conjunto y del individuo.

 

 

 

 

 


PARTICIPACIÓN.

 
 
Creemos que en las democracias avanzadas para que el Estado pueda expresarse válida, adecuada y totalmente sobre todas y cada una de los desafíos que se instalan a la vera de una tecnología renovada al infinito, de cambios cualitativos que se adscriben a proporcionales transformaciones conceptuales y científicas es imprescindible la participación. Desde el aspecto organizacional hasta el dinámico-funcional, el Estado no puede con una dinámica de los acontecimientos que tiende una y otra vez a rebasarlo. En ese contexto el individuo se expresa y halla respuesta a través de la participación. Esta participación nace en una primera instancia como forma de llegar y exitar los mecanismos estaduales y como resabio del paternalismo ejercido por la mega estructura, pero se transforma luego en las democracias más vanzadas, creando un sistema interactuante que, en algunos casos ni siquiera supone la intervención mínima del Estado.

Precisamente es en este ámbito, en que los RAD se insertan -entre otros componentes participativos- dando respuesta efectiva, práctica y eficiente a la conflictiva individual que, por ser materia que a todos afecta termina por ser asunto concerniente a la sociedad toda.
Las democracias incipientes conviven aún con el fuerte carácter dominante del Estado, el que cada vez más denota insuficiencia, a través de su mecanismo tradicional de resolución de conflictos, toda vez que sus ámbitos se ven más saturados y próximos a caer en ineficiencia y caducidad .

Sólo las democracias que permeabilicen su trama en orden a favorecer la generación de canales participativos podrán evolucionar y crecer .
Creemos, porque así lo demuestran las culturas que han instalado la mediación como modo de resolver sus conflictos, que ella es eficaz y por lo tanto conveniente y que, su instalación en las democracias modernas importa definitivamente la generación de canales de participación, no como métodos sustitutivos de la administración de justicia -como vulgar y corrientemente se teme -en nuestras jóvenes y frágiles democracias- sino como vías genuinas y aptas de participar en la problemática general, comprensiva del Estado, no ya como el factor rector sino como uno más de los referentes conflictuales.
La posibilidad cierta de que los individuos accedan, por la mediación, a la solución de la conflictiva que los comprende y afecta resulta ser indiciaria de que configura un genuino canal de participación.


Hilda Teresa Martino
Juan Pedro Catelén

 

 


NOTAS

 
 


(1) Fukuyama Francis, "La Gran Ruptura" -Ed. Atlántida Año 1999.-

(2) Baumgartner Antonia Nemeth, "Macrometanoia" -Ed-Sudamericana 1994.

(3) Ury William, "Supere el no"-Ed. Norma -1993.

 
 

 

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