Es la suprema diva que ha dominado el mundo de la salsa afrocubana, una innovadora que ha sentado pautas a tres generaciones. Durante su brillante carrera, Celia Cruz ha recibido innumerables títulos y honores: Reina de la Salsa, Reina del Mambo, Reina de la Música Latina.
A principios de los 70, The New York Times la llamó la ``cantante de salsa más famosa''. Ha sido una influencia para numerosos artistas, con su talento de vocalista, su habilidad de improvisación, exuberante personalidad, elaborado vestuario y su determinación de triunfar en un estilo musical que anteriormente estaba reservado sólo para los hombres.

Sin embargo, la esfera de influencia de Celia va más allá del mundo de la música. Ella es símbolo del éxito, a pesar de muchos obstáculos. Ella se sobrepuso a la pobreza, a la falta de educación y a la resistencia de un género dominado por los hombres. También ha sido perseverante, con su estilo caliente de salsa en una época en la que la corriente de la cultura pop dicta otras preferencias.

Nacida en el humilde barrio de Santos Suárez de La Habana, el 21 de octubre de 1924, Celia fue la segunda de cuatro hermanos. Sus familia y sus amigos se dieron cuenta temprano de que tenía una voz especial: cuando les cantaba a los niños más pequeños para que se durmieran, los mayores venían para escuchar su voz. Pensando que venían a vigilar, ella cerraba la puerta.

A finales de los 40, abandonó su intención de hacerse maestra para estudiar vocalización y teoría en el Conservatorio de Música de Cuba de 1947 a 1950. En agosto de este último año, tuvo su primera gran oportunidad,cuando fue elegida para cantar con la legendaria Sonora Matancera de Cuba. Los 15 años que cantó con la orquesta representan para muchos la Epoca de Oro de su carrera.

Después que Fidel Castro llegó al poder en 1959, La Sonora Matancera abandonó Cuba el 15 de julio de 1960, con el pretexto de una gira, y Celia se estableció en Nueva York definitivamente en 1962. Enfurecido, Castro no le permitió regresar a Cuba a visitar a su madre enferma ni asistir al entierro de su padre.

Celia tomó con filosofía las cosas. Apreciaba a sus admiradores de Estados Unidos y dijo a The New York Times: ``Si me muero ahora, quiero que me entierren aquí''.

En los años 60, Celia luchó por vender sus álbunes, pero aunque las ventas decayeron, su música siguió triunfando. En 1966, grabó el primero de seis álbumes con un admirador suyo de siempre, Tito Puente; dos de estos álbumes eran Cuba y Puerto Rico son, y El quimbo quimbumbia.

Pero a principios de los años 70, jóvenes hispanos en busca de identidad y de sus raíces, redescubrieron la música afrocubana que sus padres escuchaban. Llamada ahora salsa, esta música comprende muchos ritmos afrocubanos, como el mambo, la rumba y el guaguancó, y se toca con piano, trompeta, tambores cubanos, y ritmo de conga y timbales. La prensa elogió su actuación en el papel de Gracia Divina en la ópera de 1973 Hommy, la versión latinoamericana de Tommy, en el Carnegie Hall de Nueva York.

Celia fue muy elogiada por su actuación, mientras que su estatura en el género aumentaba rápidamente en un momento muy propicio en el país. Los jóvenes hispanos apreciaban ahora la salsa, y Celia estuvo a la altura de la situación.

Aparte de su talento como cantante, se hizo famosa por su vestuario. Celia generalmente usaba trajes con plumas, lentejuelas, encajes y yardas y más yardas de tela de colores. Se dice que jamás usa un vestido dos veces y que cada conjunto suyo cuesta más que lo que cuesta producir uno de sus álbumes. Su potente voz, su elaborado vestuario y sus gestos exagerados, todo eso agiganta su imagen.

Ella ha tenido influencia, reconocida por muchos, en artistas como Jon Secada y Gloria Estefan, como una de las mejores cantantes en ese campo. Celia ha sido modesta, atribuyendo el aumento del público joven a la mística y atractivo de la salsa. En una entrevista para Time, expresó: ``Nunca tuvimos que hacer nada para atraer a estos muchachos. Ellos vienen solos. El rock tiene mucha influencia en ellos, pero aún así, quieren saber sobre sus raíces. Los ritmos cubanos son tan contagiosos que ellos terminan por hacer espacio para ambos tipos de música en su vida''.

Con su papel de la adinerada propietaria de cabaré Evelina Montoya en la película de 1992 The Mambo Kings, y un pequeño rol en The Pérez Family en 1995, Cruz fue presentada a una audiencia totalmente nueva en la sexta década de su carrera. Mayor reconocimiento público le llegó en 1994, cuando el presidente Bill Clinton le entregó la medalla del National Endowment of the Arts.

Entre los premios que le han sido otorgados están un doctorado honoris causa de la Universidad de Yale, una estrella en el Boulevard de Hollywood, y homenajes en los paseos de la fama de Costa Rica, Venezuela y México.

Celia siempre ha insistido en que seguirá cantando mientras pueda, y dice que compartir el don que Dios le dio la hace feliz. Le gusta apoyar a otros artistas y alienta a las cantantes femeninas, pues sabe que ella no va a poder cantar por siempre.

``Algún día tengo que morirme'', le dijo a The New York Times. ``Quiero que la gente diga: `Celia Cruz se murió, pero aquí hay alguien que puede ocupar su lugar' ''.

 
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