Introduzione

3 WMF ITALIA 2000

La formaciòn de mediadores familiares en Espana: Aproximaciòn a su realidad actual.

M. TERESA CRESPO SIERRA

ABSTRACT

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Country:
Spain

Language:
Spanish


Partiendo de la premisa de que los cambios sociales acontecen a un ritmo mucho más rápido que los cambios legales, la presente comunicación tiene como objetivo esencial conocer, delimitar, analizar y reflexionar sobre el estatus o situación actual de la Mediación Familiar en España cuando nos encontramos en los albores de una nueva década, declarada por la ONU como década para la Resolución de Conflictos.
Previamente el Comité de Ministros del Consejo de Europa en su recomendación R (98) n 11 recomendó a los gobiernos de los Estados miembros instituir o promover la mediación familiar y adoptar las medidas necesarias para asegurar la puesta en marcha de una serie de principios para promover y utilizar la mediación familiar como método más adecuado para solucionar conflictos familiares. También, entre estos procedimientos podemos situar las directrices de la Carta Europea para la formación de los mediadores familiares de 1992.

Cuando han transcurrido varios años de la difusión y promoción de estas directrices, con este trabajo buscamos acercarnos a la realidad actual de la mediación familiar en nuestro país; máxime si tenemos en cuenta que los diferentes profesionales implicados y sensibilizados en este tema asumimos que estamos ante lo que comienza a denominarse como un nuevo paradigma emergente para la resolución de conflictos interpersonales. Para ello tomamos como punto de partida la realidad actual sobre la formación de mediadores familiares: escuelas y centros de formación en mediación familiar existentes en España, programas, metodología de trabajo, formación práctica, etc.

Los resultados de esta búsqueda pueden servirnos para tomar mayor conciencia de la verdadera realidad social y de la necesidad de acudir a la mediación como forma de solucionar conflictos familiares y también para sensibilizar mucho más a los diferentes colectivos profesionales, que de una u otra forma son parte interviniente en los procesos de ruptura matrimonial: fiscales, jueces, abogados, profesionales de la salud mental y de la educación, miembros de la pareja, etc; y también para ayudar a utilizar las herramientas adecuadas para llegar a solucionar los conflictos familiares con el menor coste emocional posible para las partes directamente implicadas (miembros de la pareja e hijos, si los hubiere).


 

Index

INTRODUCCIÓN
LA IMPORTANCIA DE LOS
CONOCIMIENTOS PREVIOS

PRESTAR MAYOR ATENCIÓN
NECESIDAD DE SISTEMATIZAR
CONCLUSIONES FINALES

 
 


INTRODUCCIÓN

 
 


Como asistente y participante en el Congreso Internacional sobre Mediación Familiar celebrado en Barcelona, hace ahora un año (octubre de 1999), tuve la ocasión de conocer y compartir las 5 conclusiones resaltadas en el mismo. Todas ellas me parecen tremendamente necesarias e importantes para la promoción, difusión y desarrollo de la Mediación Familiar, pero en este trabajo trataré de centrarme en la cuarta de las conclusiones, que dice así:

Cuarta: "Así mismo, se evidencia la necesidad de establecer los criterios necesarios para garantizar la capacitación de los diferentes profesionales que intervienen.

Se valoran positivamente las variadas iniciativas que se están implementando en el país en materia de formación y que ponen de manifiesto la necesidad de ordenar sistemáticamente el estudio de la materia con la finalidad de garantizar un ejercicio profesional eficaz que prestigie esta metodología de autorregulación pacífica de los conflictos, característica de una sociedad democrática avanzada.".

Previamente, el Comité de Ministros del Consejo de Europa en su recomendación R(98),1 animó e invitó a los estados miembros a instituir o promover la Mediación Familiar y adoptar las medidas necesarias para asegurar la puesta en marcha de una serie de principios orientados a promover y utilizar la mediación como procedimiento o modo más adecuado de gestionar conflictos familiares. También entre estos procedimientos podemos situar las directrices de la Carta Europea de 1992 para la formación de mediadores familiares.

Tomando los anteriores referentes y partiendo de la premisa de que los cambios sociales acontecen a un ritmo mucho más rápido que los cambios legales, en este trabajo nos hemos planteado, como principal objetivo, reflexionar, conocer en mayor profundidad y constatar cual es el estatus o situación actual de la formación de mediadores familiares en España cuando nos encontramos en los albores de una nueva década declarada por la ONU como década para la Resolución de Conflictos y dónde la Mediación Familiar, junto con las otras modalidades de mediación y negociación, están emergiendo como un nuevo paradigma para gestionar los conflictos de un modo mucho más humano y democrático.

De este modo, y cuando han transcurrido ya varios años de la promoción y difusión de estas directrices y conclusiones, con este trabajo buscamos adentrarnos y acercarnos un poco más a la realidad actual de la mediación en nuestro país; máxime si tenemos en cuenta que los diferentes profesionales implicados y sensibilizados por este tema, asumimos que estamos ante lo que comienza a referirse como un nuevo paradigma emergente para la resolución y gestión de conflictos interpersonales, especialmente en el ámbito familiar. Para todo ello tomamos, como punto de partida, la realidad actual sobre la formación de mediadores familiares, que cuenta con una corta trayectoria: escuelas, centros de formación, programas, metodología, formación práctica, apoyo institucional, etc.

Los resultados encontrados en esta búsqueda pueden servirnos para tomar una mayor conciencia de la verdadera realidad social que vivimos así como de la necesidad de acudir a la mediación como forma diferente de gestionar los conflictos familiares e interpersonales, especialmente en los casos de separación y divorcio, y también para sensibilizar mucho más a los diferentes colectivos profesionales y sociales que, de una u otra forma, son parte interviniente en los procesos de ruptura matrimonial: fiscales, jueces, abogados, profesionales de la salud mental y de la educación, trabajadores de los equipos psicosociales en juzgados de familia, miembros de la pareja en conflicto, etc y también para ayudar y enseñar a cada uno de ellos a utilizar las herramientas más adecuadas para llegar a gestionar y dirimir los conflictos matrimoniales del modo más positivo y eficaz posible (paradigma ganador-ganador).

De otro lado, en relación a la selección, formación y cualificación de los mediadores familiares la recomendación (98),1 deja un amplio margen de maniobra a los Estados Miembros en lo que concierne a los procedimientos a establecer a la hora de formar, cualificar y seleccionar a los mediadores así como para definir y concretar el tipo de cualificación y requisitos que deben exigírseles. Pero sin embargo, el informe explicativo de estas recomendaciones señala y precisa que sería deseable que los mediadores familiares tuviesen una cualificación y experiencia previa directamente relacionada con los aspectos y temas a tratar en la mediación y, por derivación, que reciban una formación específica y complementaria sobre diversos aspectos y contenidos inherentes a la mediación y gestión de conflictos.

De todos modos, estos criterios de cualificación, formación y experiencia previa deben ser flexibles, y ello a pesar de que gran parte de los mediadores familiares tienen una formación inicial derivada de la abogacía, psicología, trabajo social, etc. Porque no debemos olvidar que la profesión de mediador familiar no existe como tal; es decir, no es una profesión autónoma con estatus propio en muchos países europeos (que es el contexto que delimita el Consejo Europeo en estos momentos), razón por la cual son los profesionales de otras disciplinas quienes ejercen de mediadores familiares y/ o se forman para el desempeño de esta función.

En este sentido tenemos que señalar como la importancia que durante estos últimos años viene concediéndose a la formación y cualificación de mediadores familiares está adquiriendo un importante auge, y prueba de ello es el hecho de que esté surgiendo esta nueva profesión de mediador como una profesión autónoma y con entidad propia, aunque sin deslindarse de disciplinas y profesiones de origen.

Impulsada por todos estos aspectos anteriormente señalados, desde este trabajo intentamos esbozar algunas directrices sobre los que sería deseable incidir en la formación de los mediadores familiares en España, en la medida en que estamos ante una profesión que, aunque carece de reconocimiento y estatus legal, goza ya de una trayectoria de al menos diez años de praxis, y entendemos que es el momento de apuntalar y sistematizar los ejes básicos sobre los que debe girar la formación de los mediadores familiares.

Para ello vamos a detenernos en mayor profundidad en algunos puntos que, desde nuestra incursión en el terreno de la formación de mediadores familiares, nos ha parecido merecen mayor consideración. Nos vamos a referir, en concreto a una serie de necesidades que, finalmente tratamos de concretar y plasmar en una declaración de aspectos o necesidades esenciales.

 

 

LA IMPORTANCIA DE LOS CONOCIMIENTOS PREVIOS

 
 
De entrada, y como profesional dedicada a la formación en el ámbito universitario, entiendo que desde esa posición mediadora en la construcción de significados que desempeñamos los docentes, necesitamos siempre tomar como punto de partida y referente inicial la base de conocimientos (ideas y conocimientos previos) que poseen los alumnos o personas en formación).En este caso concreto es importante tener muy presente, en la formación de mediadores familiares, que las personas que acceden a esta formación poseen un bagaje personal, profesional y existencial, que va a mediatizar su formación inicial (su saber), y en definitiva el proceso de construcción activa y significativa de conocimientos, que posteriormente han de ir parejos a su saber hacer y su saber ser. Así, como punto de partida en la formación de mediadores familiares es preciso partir de:

a.- La importancia de los conocimientos previos

b.- Los aspectos inherentes al mediador:

- el bagaje personal

- lo profesional

- lo existencial (valores, creencias, ideas, expectativas, etc).

 

 

 

 


PRESTAR MAYOR ATENCIÓN A LOS FACTORES INTERPERSONALES , INTRAPERSONALES Y CULTURALES EN LA GESTION DE CONFLICTOS

 
 
Diversas investigaciones sobre gestión de conflictos basadas en la observación de conductas en situaciones de conflicto reflejan la existencia de diferentes entre los estilos informados y la conducta realmente observada. Así sucede que, generalmente, las personas tienden a utilizar los estilos de gestión de conflictos de un modo combinado. Además, también hemos de resaltar la importancia de estudiar y tener muy en cuenta las emociones que subyacen y determinan los conflictos y la gestión de los mismos, porque resulta paradójico que el conflicto, que es uno de los fenómenos que más activa la emoción, haya sido estudiado generalmente como si las emociones no ejerciesen presión alguna sobre él.

Durante los últimos años, sin embargo, la tendencia va cambiando y durante esta última década estamos asistiendo y comprobando como desde diferentes investigaciones se otorga mayor peso e importancia al papel que desempeñan los factores afectivos y emocionales en los procesos de negociación; razón por la cual estos procesos han pasado a ocupar un lugar importante en la investigación. Por ejemplo, una aportación a tener muy en consideración en el proceso de gestión de conflictos, es que las personas que experimentan estados de ánimo positivos tienden a adoptar menos estrategias de confrontación y obtienen además, mejores resultados en la gestión de dichos conflictos.

Todos estos factores deben ser tomados muy en cuenta por el mediador familiar desde "su saber hacer" y también en su nivel de formación inicial o posición de "saber"; razón por la cual entendemos que en la formación inicial y permanente de los mediadores familiares es primordial incidir sobre múltiples aspectos inherentes a la gestión de conflictos: Máxime si tenemos en cuenta que el trabajo con emociones y su manejo es uno de los ejes centrales sobre los que se apoya el proceso de Mediación Familiar en sus diferentes momentos, niveles y modalidades.

Resultados y aportaciones derivadas de la investigación nos señalan que los individuos que informan haber experimentado mayores niveles de emociones negativas (enfado, ira, miedo, etc) tienden a considerar que han ejecutado peor la tarea de negociación y a la inversa. Y en este punto debemos tener siempre muy presente que, en Mediación Familiar, los miembros de la pareja en conflicto, son sujetos activos, capaces de autorregular la gestión del conflicto, aunque bajo la dirección del mediador-neutral e imparcial.

Las relaciones entre emoción, gestión del conflicto y percepción de la efectividad son profundas y complejas, pero muy importantes a la hora de poder abordar y entender el rol del mediador y sujetos participantes en la Mediación Familiar. A todo lo cual hay que añadir, además, que las condiciones sociales en que se desarrolla la negociación , así como las dificultades y expectativas de los sujetos ante la misma, influyen poderosamente en las conductas desempeñadas por los sujetos durante el proceso de mediación. (Tengamos en cuenta que la mediación permite a las partes cierto grado de libertad y también la posibilidad de cooperación entre sí; razón por la cual en mediación se facilita y obtiene una percepción más equitativa de los resultados, un mayor compromiso con los mismos y mayor satisfacción para las partes que intervienen).

 

 

 

 

NECESIDAD DE SISTEMATIZAR LOS DIVERSOS CONTENIDOS Y ASPECTOS DE LA FORMACIÓN DE MEDIADORES FAMILIARES

 
 


Si asumimos que estamos ante una profesión emergente, que en determinados contextos geográficos y países goza incluso de un reconocido y merecido prestigio y entidad profesional, entendemos que en nuestro contexto geográfico español es ya momento de sistematizar de un modo mucho más elaborado y coherente la formación de los mediadores familiares tratando de potenciar mucho más la dimensión y vertiente práctica de dicha formación.

En este sentido pensamos que es hora ya de que los diferentes centros e instituciones que, durante los últimos años ofertan y desarrollan cursos de formación en Mediación Familiar, concedan mayor peso y énfasis a la dimensión práctica (saber hacer) de dicha formación, facilitando y utilizando las aportaciones de personas, centros e instituciones que, desde la praxis diaria, realizan tareas y actividades de mediación (tanto a nivel intrajudicial como extrajudicial). Es preciso, por tanto, que se vaya más allá de la repetición y recitación de técnicas, estrategias y tácticas susceptibles de utilizar en el proceso de mediación. Este planteamiento permitirá además que, tanto los mediadores en activo como los que se encuentran en proceso de formación inicial, puedan reflexionar conjuntamente sobre sí mismos y su praxis a la vez que contribuyen a situar su trabajo y actividad en un contexto social, cultural y actitudinal mucho más amplio y flexible.

Entendemos que ya va siendo el momento de que se pierda el miedo a reclamar que ganarse la vida con la práctica de la Mediación Familiar (pública o privada) sea algo utópico e inalcanzable; aunque para ello sea necesario un mayor control y rigor en el proceso de formación y supervisión de la práctica de la mediación. Y en este punto, las diferentes instancias y personas interesadas e implicadas hemos de asumir nuestra cota de responsabilidad al respecto.

Posiblemente, para poder avanzar en el logro de esta necesidad sea preciso, no sólo que los diferentes programas de formación que se imparten se ajusten y adecuen a las directrices de la Carta Europea, sino además y sobre todo, que se aplique una sistematización de esta formación, dónde la dimensión práctica adquiera un mayor peso y consideración. Todo esto redundaría finalmente en un mayor rigor práctico, ético y deontológico respecto a esta profesión emergente en nuestro país. Pero quiero resaltar que no es que se haya de caminar hacia el polo opuesto tratando de privilegiar enseguida las prácticas y olvidarse de la teoría, puesto que ambas deben estar permanentemente interrelacionadas, sino de delimitar con mayor precisión y rigor los requisitos que han de seguirse en la formación de mediadores familiares (formación generalista, necesidad de madurez, capacidad y nivel de discernimiento y capacidad de percepción global o "pensamiento en red", por un lado, junto con los diferentes componentes e ingredientes que determinan la formación del mediador familiar- el material, la teoría y la práctica).

Sobre el punto anterior, y a modo de ejemplo referencial, señalo ahora la estructura de contenidos y programa general diseñado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales desde la Secretaría General de Asuntos Sociales y el Instituto de la Mujer en un pliego para la contratación de la asistencia técnica para la organización, coordinación e impartición de formación ocupacional innovadora de cursos de Mediación Familiar por procedimiento abierto y mediante concurso para el desarrollo de estos cursos en diferentes comunidades autonómicas del Estado Español publicado en el mes de mayo del año en curso.

En concreto, en el pliego de prescripciones técnicas presentadas y señaladas por el Instituto de la Mujer para la organización, coordinación e impartición de formación ocupacional del curso de Mediación Familiar se proponen como contenidos a desarrollar los siguientes:

- Introducción al concepto de Mediación Familiar.
- Tipologías del conflicto y su gestión positiva.
- Formas de resolución de conflictos familiares y sociales.
- Técnicas específicas de Mediación Familiar.
- Aspectos psicológicos de las crisis y conflictos familiares.
- Aspectos jurídicos en la Mediación Familiar.
- La figura del mediador: funciones y requisitos.
- La incorporación al mercado laboral del mediador familiar.

La metodología a seguir en el curso ha de ser de carácter teórico-práctico, que permita conjugar los conocimientos teóricos con una aproximación práctica a la ocupación concreta para conseguir que las alumnas puedan experimentar y entrenarse en el campo donde desarrollarán sus funciones. La duración mínima del curso ha de ser de 300 horas.

Otra de las peculiaridades de este curso radica, precisamente en que va dirigido y ofertado para formación ocupacional de mujeres y nos parece importante destacar que, del seguimiento que estamos haciendo de la población y personas que durante la última década en España se han formado en Mediación Familiar, la variable género del mediador presenta un sesgo muy acentuado hacia el género femenino. (De cara a investigaciones futuras relacionadas con las variables y características del mediador familiar, ésta puede ser una variable objeto de consideración y análisis en mayor profundidad).

 

 

 

 

 

ALGUNAS CONSIDERACIONES
Y CONCLUSIONES FINALES

 
 
Desde mi reciente acercamiento al mundo de la Mediación Familiar, he intentado a lo largo de estas páginas, perfilar de manera muy breve, positiva y constructiva, algunas de las múltiples cuestiones que, como persona dedicada al campo de la docencia universitaria,(que no de la formación en mediadores familiares), me importan sobremanera en todo aquello concerniente a lo que desde una metáfora actual en educación se denomina tercera metáfora del aprendizaje: entender el proceso enseñanza-aprendizaje desde una perspectiva de construcción de significados por parte del sujeto que aprende y dónde el rol del profesor es precisamente el de ejercer de mediador en dicho proceso. En este sentido entiendo, que la formación del mediador familiar es también un proceso constructivo y significativo, dónde el papel del alumno o mediador en formación es primordial puesto que ha de ser una persona activa y capaz de autorregular y gestionar sus aprendizajes y la construcción de significados sobre la Mediación Familiar.

Pero también, al abordar este tema de la formación de mediadores familiares en España intento hacerlo también desde una doble vertiente: como persona dedicada al mundo de la docencia universitaria por un lado, pero también como persona y alumna interesada por la mediación. Todo ello me ha llevado a situarme a la vez en la otra perspectiva: la de alumna o mediadora familiar en formación, que ha realizado en mi país un curso de experto en Mediación Familiar y que tras varios años de análisis y reflexión sobre el tema reconoce que se encuentra aún en el nivel del denominado saber. Respecto al saber hacer, entiendo que mi formación actual tiene aún importantes limitaciones y, en cuanto al saber ser, lo único que puedo decir es que los postulados que subyacen a esta filosofía de vida, que es la mediación, van adquiriendo sentido y ocupando un lugar en mi bagaje personal desde ese tipo de contenidos teóricos relacionados con el sentido de la mediación y con lo existencial (creencias, valores y expectativas).

Por todo ello, y a modo de síntesis final, presento y me atrevo a señalar algunos aspectos a tener muy presentes en la formación de mediadores familiares:

.- Es necesario adaptar y contextualizar la formación de mediadores familiares a la realidad española actual.

.- Entiendo que sería bastante útil sistematizar y homologar, respetando la heterogeneidad y diversidad de las personas mediadores, esta formación así como la base de conocimientos, ideas previas y punto de partida desde dónde se accede al saber del mediador familiar.

.- También sería muy útil, saber hacer de esas diferencias previas de los mediadores en formación, derivadas precisamente de su campo de procedencia laboral, académica y personal, un lugar común para enriquecer precisamente tanto el saber como el saber hacer y estar del mediador.

.- En formación, nos parece necesario tratar con mayor profundidad y amplitud aquellos aspectos relacionados con la gestión de conflictos, las relaciones interpersonales y la comunicación. Estas deben ser herramientas primordiales en el saber y saber hacer del mediador familiar.

.- Finalmente, aunque no por ello menos importante, es preciso contextualizar esta formación de mediadores en la realidad social, legal, jurídica, psicosocial y axiológica en que vivimos. Es decir, adaptar esta formación profesional de los mediadores al contexto y escenario cultural en que haya de desempeñarse esta labor.

 

 

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