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En este trabajo tomaremos una de las líneas maestras propuestas
por el foro,"la profesión del mediador", recuperando
cuestiones relativas a la práctica de la mediación en su
relación entre mediadores y mediados, y a la formación en
mediación en su relación entre formador y formado. focalizaremos
en los distintos procesos algunas articulaciones entre teoría y
práctica, su discurso y su hacer.
Preguntándonos acerca de "la profesión del mediador"
retomamos un punto de investigación cuando, cada vez más
aparecen en los espacios de práctica y de formación de mediadores,
interrogantes compartidos tanto para quienes ejercen la práctica,
como la docencia, como aquellos preocupados por el mejoramiento de la
calidad de los servicios de formación y de práctica de la
mediación, interrogantes de distinto rango pero todos acerca de
reconocer el rigor de lo que hacemos.
La profesionalización de la práctica y de la formación
suele aparecer en estos espacios como una aspiración que prometería
por un lado consolidar el campo de prácticas en su autonomía
y reconocimiento social y por lo tanto a los sujetos que lo ejercen como
un grupo diferenciado de otros en su propia identidad, pero también
como una promesa de desarrollo de conocimientos propios tanto teóricos
como prácticos, más abundantes y sólidos que los
que actualmente circulan.
Asimismo en general advertimos una tendencia en este campo que indica
que los sujetos que ejercen la práctica son quienes deben formar
a otros, basándose en que se trataría de un "campo
de prácticas" con formación en el ejercicio mismo más
que en desarrollos disciplinares de formación académica.
a partir de preguntarnos como entender la relación práctica-formación
se nos volvió imprescindible investigar acerca de
¿qué se define como profesión?
¿cuándo una práctica es una profesión?
¿que importancia tiene la diversidad de líneas de análisis
en
esta materia?
Acerca de las nociones de profesión
Según Edgar Schein "las profesiones constituyen un conjunto
de ocupaciones que han desarrollado un verdadero sistema de normas que
derivan de su rol especial en la sociedad".
Aparecen con un cuerpo especializado de conocimientos y habilidades que
se adquieren durante un período prolongado de educación
y entrenamiento; los profesionales toman sus decisiones sobre la base
de principios generales, teorías o proposiciones que se aplican
al caso concreto; reivindican una autonomía de juicio acerca de
su propia actuación de modo que sólo sus colegas pueden
juzgarlo lo que deriva en fuertes estándares éticos y -profesionales
volcados en códigos de conducta y en colegios y asociaciones profesionales.
La línea que se ubica como "racionalismo técnico"
sostuvo mucho tiempo que una profesión "implica la aplicación
de principios generales a problemas específicos". El conocimiento
sistemático, base de una profesión, se piensa con cuatro
propiedades fundamentales, especializado, firmemente establecido, científico
y estandarizado" .
La actividad profesional consiste en la resolución de problemas
instrumentales que se han hecho rigurosos por la aplicación de
la teoría científica y de la técnica. solamente las
profesiones practican rigurosamente la resolución técnica
de problemas basándose en un conocimiento científico especializado".
se sostuvo durante mucho tiempo que las ocupaciones especializadas surgían
en torno al nuevo conocimiento científico y no al revés.
Las ocupaciones, la destreza y el talento artístico no tenían
un lugar en esta concepción.
En la actualidad en cambio se ha tomado cada vez más conciencia
que la práctica cotidiana debe afrontar la complejidad, la incertidumbre,
la inestabilidad, el carácter único y los conflictos de
valores, todos fenómenos centrales que enfrentan las prácticas
que no tuvieron cabida en el modelo de la racionalidad técnica.
Aparece hoy también, que la actividad de nombrar, enmarcar y encuadrar
el problema no es en sí misma una actividad técnica y sin
embargo es condición necesaria para la resolución técnica
del problema.
Cuando se reconoce la utilidad limitada del conocimiento científico
en situaciones de la práctica, aparece un debate entre el dilema
de la rigurosidad y la relevancia del conocimiento profesional. Se formulan
entonces otras consideraciones en torno a qué considerar ciencia,
incluyéndose también al proceso en que los científicos
se esfuerzan por resolver dudas, exhibiendo artes de investigación
relacionadas con esas dudas y la práctica como arte.
Se valorizan entonces los procesos intuitivos que los actores profesionales
aportan a las situaciones de incertidumbre e inestabilidad. Se comenzó
a definir el conocer desde la acción y que la acción experta
muestra un saber mayor de lo que se puede decir. Acción y reflexión
sobre la acción construyen saberes tanto como los saberes de las
teorías científicas.
Se puede reflexionar desde la práctica mientras se está
en medio de ella o bien entre los períodos de práctica,
con un antes o después.
Los objetos de reflexión desde y sobre la propia práctica
son tan variados como los fenómenos que ésta nos presenta
y los sistemas de saberes desde la práctica que uno les aporta.
Cuando un fenómeno elude las categorías ordinarias presentándose
como único, el profesional puede revisar su anterior comprensión
de él construyendo una nueva descripción la que a su vez
prueba nueva y seguidamente mediante un experimento.
Cuando miramos que las distinciones de los mediadores están en
un punto en que estilo, rol, encuadre, proceso y procedimiento, son todo
una misma cosa nos planteamos la necesidad de desagregar nociones-conceptos,
ubicar acciones en esas diferentes nociones y seguir mirando una y otra
vez los distintos aspectos imbricados.
Cuando estamos en capacitación en mediación, necesitamos
pensar en ejes temáticos en la formación que den cuenta
de la complejidad de la práctica superando las tendencias a la
simplificación en el aula, a través de ubicarse en abordajes
únicos que practiquen reduccionismos. Pensamos entonces y nos planteamos
acerca de la necesidad de conceptualizaciones que nos guíen en
la reflexión sobre la acción y que permitan dar cuenta de
procedimientos o técnicas aceptadas de acuerdo a patrones compartidos,
como un modo de producción de saberes.
Profesionalizar la mediación.
En cuanto inscripciones institucionales.
Si quisiéramos mirar en mediación algunas de las categorías
sostenidas por líneas de pensamiento similares a las expuestas
anteriormente en el intento de profesionalizar, podríamos tomar
aquellas que en algunos países han desarrollado algunos estándares
éticos y jurídicos, así como asociaciones profesionales
con códigos de ética. por ej. en EE.UU. la academia de mediadores
familiares ha elaborado los estándares para la práctica
de mediación familiar y divorcio, que establecen reglas éticas
a la que deben ajustar la intervención de los mediadores en esa
temática. La Sociedad de Profesionales de Resolución de
Conflictos (SPIDR) a adoptado desde 1991 "normas éticas de
responsabilidad profesional" con el objeto de promover entre los
miembros y asociados a dicha entidad "conductas éticas y un
alto grado de competencia entre los miembros...incluyendo honestidad,
integridad, imparcialidad y el ejercicio del buen juicio" . "Se
espera que este documento ayude a definir la profesión de resolución
de conflictos, adecuar al público e informar a los usuarios de
los servicios para la resolución de problemas".
En la argentina existen distintas normas que regulan la conducta de los
mediadores en relación a conflictos éticos. en general los
centros de mediación insertos en marcos institucionales tienen
un reglamento que las prevén y a las que deben ajustar su conducta
quienes se desempeñan como mediadores . En el ámbito público,
la ley de mediación y conciliación que estableció
la mediación como instancia previa y obligatoria a todo juicio
patrimonial civil también incluye algunas reglas relativas a conflictos
de intereses, principios de neutralidad, confidencialidad, causas de separación
del registro, etc.
En Italia todos los profesionales que adhieren a la Sociedad Italiana
de Mediación Familiar deben ajustar su conducta al código
deontológico de mediación familiar en materia de separación
y divorcio, que se refiere entre otros a la definición u objetivos
de la práctica, a las competencias necesarias para el ejercicio
del rol, la confidencialidad, neutralidad e imparcialidad, excusación,
presión para obtener acuerdos.
En cuanto a la responsabilidad profesional existen reglas adoptadas que
consideran algunos criterios tales como si los mediadores ejercen su función
en forma honoraria u onerosa, si son empleados de los tribunales o terceros
privados, y si han obrado dentro del cumplimiento de sus funciones y de
buena fe. En algunas normas se establece que para ser responsable , "un
mediador o agente debe exhibir notoria negligencia con malicia o demostrar
en su proceder una falta de respeto intencional" . en general el
estado paga los aranceles y costas judiciales cuando no hay "mala
conducta intencional".
A pesar de ello las normas recomendadas para programas de mediación
anexos a los tribunales " desaconsejan" "otorgar inmunidad
con respecto a la responsabilidad de los mediadores" porque se "deja
inapropiadamente sin recursos a los litigantes perjudicados por un servicio
incompetente, especialmente cuando deben pagar por dicho servicio".
En la bibliografía no aparece aún información suficiente
sobre supuestos en que mediadores fueran condenados civilmente por daño
provocados a los participantes de la mediación. en general se atribuye
a que se trata de una práctica todavía no muy utilizada,
joven, con reglas de práctica todavía no muy claras.
En cuanto a las teorías científicas y técnicas
en mediación
Cuando se analizan los programas de formación para mediadores,
aparecen distintos niveles de teorizaciones.
Como exigencias de formación se incluyen aspectos de las teorías
de la comunicación, del conflicto, de la decisión, de la
negociación, de la información, de las catástrofes
matemáticas , estrategia, psicología, interacción
y cambio, etc. En función de la especialidad también se
agregan estudios teóricos del campo que puedan incrementar la comprensión
del mediador y eventualmente traducirse en recursos para la acción
dentro de la mediación.
En la Argentina en que el Estado ha tomado a su cargo el contralor de
la calidad de la formación en lo que hace a los mediadores que
se desempeñan en el sistema de mediación obligatoria prejudicial,
existen normativas que proponen los contenidos mínimos y temáticas
sobre las que deben incluirse estudios teóricos específicos
referidos a las temáticas citadas anteriormente.
Otro nivel de explicitación teórica en la formación
de mediadores, podríamos referirlos a los supuestos teóricos
y epistemológicos que subyacen en las técnicas y herramientas
de mediación. Cuando éstos no aparecen como parte del proceso
de formación, suele observarse que técnicas que fueron pensadas
para producir efectos determinados y coherentes con el marco teórico,
pierden en la práctica de su utilización el sentido propio
como aporte de la diferencia para las que fueron diseñadas.
Dentro del nivel de lo teórico, también aparecen en mediación
algunos desarrollos sobre abordajes diferentes con relación a la
mediación y el modo de entender sus metas, rol e intervenciones.
En cuanto al período de educación y entrenamiento
Existen algunos criterios que varían en función al lugar,
temática o área de ejercicio de la práctica, y tipo
de programa en el que trabaja el profesional. Dichos criterios en general
sostienen una cantidad de horas de entrenamiento necesarias para obtener
la certificación; el tipo de metodología que ha de seguirse
en los espacios de formación; las temáticas sobre las que
ha de versar la capacitación, los objetivos y la evaluación,
los que en general se consideran en términos de desarrollo de habilidades.
Con relación al tiempo de capacitación, con algunas variaciones,
existen normas que piden un mínimo de veinte horas a un máximo
de cien horas para certificarse como mediador general . Para actuar en
algunos programas se exige título profesional previo, por ejemplo
en Argentina para actuar en el programa de mediación prejudicial
obligatorio ; en Italia para ser mediador familiar ante la Sociedad de
Mediadores familiares ; en E.E.U.U. en programas conectados con los tribunales
. En este tipo de programas específicos, los E.E.U.U. han producido
una recomendación en el sentido de que "ningún título
académico en particular puede considerarse un prerrequisito para
la prestación de servicios como mediador en casos que hayan sido
derivados por el tribunal" , sin embargo cada país ha implementado
variaciones sostenidas en forma diversa. Otros programas en distintos
países, no exigen título previo sino sólo pasar por
la capacitación previa
En general con relación a las metodologías de enseñanza
y aprendizaje, los programas sostienen modalidades de taller con prácticas
simuladas en el aula, acompañados con tramos de pasantías
de observación y co-mediación con casos reales.
Las temáticas están relacionadas en general con las habilidades
que se reconocen como descriptivas del rol, de modo que aparecen la capacidad
de escuchar activamente; analizar, identificar, separar y organizar temas;
respetar la diferencia de valores de las partes; generar confianza; conducir
una negociación en todas sus etapas reconocimiento de posiciones,
intereses, generación, selección y evaluación de
opciones; manejar conflictos emocionales o la ira, etc. Asimismo se incluyen
temáticas como las mencionadas anteriormente así como conocimiento
de normas jurídicas del área.
¿Es la Mediación un Campo de Prácticas?
Más allá de la profesionalización o no, en términos
del racionalismo técnico o en concepciones de reflexión
Y acción , entre otras, lo cierto es que aparece la necesidad de
referir la mediación como Campo de Prácticas y a las prácticas
como nociones descriptivas de "fenómenos sociales" entorno
a los que se nuclean sujetos que ejercen y prestan servicios.
Un campo de prácticas al decir de Barbier, por ejemplo, existe
cuando "nos encontramos en presencia de espacios sociales que gozan
de una relativa autonomía y que son socialmente reconocidos como
especializados en la producción de cierto tipo de transformación
de lo real"
Al decir de Ferry incluiríamos en las prácticas cuatro niveles
de saberes: "nivel de la práctica o del hacer; nivel del conocimiento
técnico o discurso sobre este hacer; nivel praxiológico
"puesta en obra de diferentes operaciones en un contexto"; nivel
científico en el sentido de problemáticas de la investigación
y la explicación que revierten en el campo de prácticas"
.
En mediación en general aparece en estos momentos un gran desarrollo
en el "nivel del hacer" con programas de los más variados
en diferentes áreas y según los países. Así
en Argentina en la actualidad además del gran desarrollo que tiene
el campo de la mediación y conciliación prejudicial obligatoria
desde 1996, se han desarrollado a lo largo y ancho del país programas
de mediación escolar, comunitarios, familiar, empresarial, organizacionales,
impulsados desde espacios públicos y privados. Lo mismo acontece
en otros países centro y sudamericanos, sin dejar de señalar
los E.E.U.U. y países europeos y asiáticos.
En el "nivel del discurso sobre ese hacer", como posibilidad
de dar cuenta de lo que hago y cómo lo hago desde un saber transmisible
en el sentido de "saber decir" y no sólo intuitivo, en
mediación la bibliografía y algunos cursos de formación
aparecen y sostienen desarrollos que refieren diferencias con relación
a las metas de la mediación, al encuadre de trabajo y a la forma
en que éste debe construirse, así como a la construcción
de las intervenciones y sus descripciones. Estos desarrollos
Resultan en su mayoría con espacios abiertos e imprecisos en el
salto que se provoca entre la descripción en los distintos items
y su rigor con el hecho mismo.
Cuando se intenta reconocer y ubicar las acciones de los distintos mediadores
trabajando, en general la posibilidad clasificatoria de esos su coherencia
ya que la gama de opciones que se presenta es en general más ecléctica
y diversa.
Por otra parte cuando los mediadores explican lo que hacen en general
recurren a un autor, libro o maestro limitándose a las propuestas
descriptivas de ese nivel de saberes.
Nos preguntamos entonces si es que en mediación estamos ante un
desarrollo desparejo de ese "discurso sobre el hacer" con relación
al "hacer mismo" o hay variables que deberíamos considerar
y aún no las tomamos cuando de hacerlo podrían indicar grados
de insuficiente autonomía, o la no existencia de desarrollos que
permitan aún hablar de rigor o relevancia en esta práctica.
Queremos resaltar este punto con algunas situaciones que observamos en
la práctica a modo ilustrativo, y que se expanden mas allá
de nuestro país donde hemos podido relevar algunos índices
que señalan la actitud cautelosa en la que mantenemos nuestra actividad
investigativa.
Cuando decimos distintos niveles nos referimos también a la práctica
misma, la formación, la formalización de práctica
y de la formación. "modelos","abordajes","perspectivas",
"escuelas", es puesta en duda
Ilustración de nivel práctico en el hacer y el decir del
hacer
La madre de dos hijos menores solicita la mediación a la que el
ex-marido concurre voluntariamente. Plantea la necesidad de decidir acerca
de la prestación alimentaria para sus dos hijos, que hacía
seis meses no recibía del padre. Argumenta que, de ir a juicio,
no sólo podría reclamar ese período sino todo lo
anterior ya que él no tenía constancia de haber pagado alimentos.
Dice querer una comunicación normal y se queja de no entender por
qué ésta se había deteriorado. También pide
que el padre le otorgue una autorización amplia para salir del
país con los hijos de ambos. Él, enojado, furioso, plantea
que no le interesa permanecer en la mediación, y que no permitiría
amenazas. "¡Cómo podía ser que con todo el dinero
que le había dado, ella ni siquiera intentara hablarle normalmente
y recibiera una citación para hablar del tema con un tercero!"
El mediador marcó el carácter voluntario de la mediación
y le preguntó directamente qué lo había motivado
a asistir. El hombre responde que acudió para saber de qué
se trataba, qué quería ella, pero viendo cómo se
formulaba el planteo no estaba dispuesto a quedarse. El mediador legitima
su enojo y le propone que, antes de retirarse, evalúe las ventajas
y desventajas de irse con relación a quedarse.
Otro mediador en la misma situación, una vez terminada la expresión
de él pregunta ¿qué de lo que escuchó lo motiva
a irse, y qué lo motivaría a quedarse?. Él visiblemente
sorprendido, contesta que lo obliga a irse la amenaza obvia y de mal gusto
de ella. Y a quedarse, que él también tiene muchas cosas
que pedir y muchas con las que no está de acuerdo.
Cuando se les pregunta a los mediadores qué fue lo que hicieron,
en general las respuestas se inscriben en el nivel de práctica.
Ellas son del tipo " buscaba consensuar la permanencia en el proceso"
o "generar protagonismo en orden a la voluntariedad de entrar en
una negociación" o "involucrar a la parte que no lo había
solicitado".
En otro nivel de análisis se advierte aplicando algunas conceptualizaciones
con metodologías cualitativas, que existen visibles diferencias
en las variables que se utilizaron en el proceso de construcción
de intervenciones diferenciando entre lo que se dice y lo que se hace.
Cuando el primer mediador le ofrece analizar la situación en términos
de "ventajas y desventajas" lo hace con categorías propias
y externas partiendo de una decisión "a prioriri" de
lo que es bueno.
El segundo mediador al utilizar en su intervención las palabras
"motiva" le ofrece condiciones para que él pueda explorar
si tiene motivos para hacerlo, de modo que, si los encuentra, la decisión
de quedarse le pertenezca.
En estos ejemplos aparece utilizada la paradoja de "estar contra
la propia voluntad en un lugar donde la asistencia es voluntaria".
El primero de los mediadores utilizaría la paradoja como maniobra
de control: el control está puesto en que se quede porque el mediador
así lo quiere.
Cualquier técnica puede ser utilizada como movimiento o como maniobra;
esta distinción implica una significativa variación en el
grado de protagonismo ofrecido a las partes.
Sosteníamos que reconocer estas diferencias en la forma de utilización
de las técnicas les permitirá tomar conciencia, cada vez,
de si lo hacen por elección, porque es el único recurso
en sus habilidades, o porque suscriben a alguna línea o modelo
de mediación. En cualquier caso, este reconocimiento durante su
accionar les permitirá apropiarse de la operatoria, aumentando
sus recursos. La explicitación a través de algún
proceso o metodología que las haga visibles se constituirá
en un proceso formativo tanto como el aprendizaje de las técnicas
mismas porque Sostenemos que el análisis de las prácticas
en acción produce saberes que podrán ser relevantes en la
práctica.
Respuestas y descripciones diferentes del hacer y en el decir del hacer
a. descripción de la acción ----------desde la intención
"buscaba consensuar la permanencia en el proceso" o "generar
protagonismo en orden a la voluntariedad de entrar en una negociación"
o "involucrar a la parte que no lo había solicitado".
b. descripción de la acción ----desde algún modelo
o autor
"Cuando pregunté qué lo había motivado a ir
estaba buscando el interés
del señor como propone la negociación colaborativa"
c. análisis de la acción--------- desde metodologías
cualitativas que responden a categorías conceptuales más
amplias
"en los dos momentos tuve la misma intención de consensuar
la permamencia en el proceso, pero cuando utilicé la pregunta "que
lo motiva a irse con relación a quedarse" logré involucrarlo
desde su motivación, generando el empowerment que define para mí
mi práctica como mediador"
En el nivel de los 4 saberes que integran una práctica, el praxiológico
al decir de Ferry como "puesta en obra de operaciones en contexto",
nuestra experiencia en los espacios de revisión de la práctica
nos muestra en general entre los mediadores que existe una preponderancia
de movimientos ubicados en marcos referenciales fijos y estáticos
utilizando esquemas para guiar sus líneas de intervenciones con
direccionalidades prefijadas.
Aparecen asimilados la aplicación de la técnica de acuerdo
a un modelo, seguir los pasos que propone el método se funde con
buen resultado de la mediación.
A veces se observan intervenciones que no tienen otro acople o punto de
referencia con lo que ofrecen los participantes, más que lo que
el mediador conoce como regularidad o repetición marcada por su
experiencia en estas situaciones.
Estas intervenciones realizan una atribución directa de significado
y mantienen el foco en las regularidades o lo constante.
En otras la "inscripción institucional" define lo que
los mediadores entienden como "buen ejercicio" de esa práctica,
de modo que los indicadores de buen desempeño coinciden totalmente
con la ideología, principios, metas y propósitos de la institución
o del programa. Los indicadores de éxito y la identidad del mediador
están así prefigurados.
Decíamos en trabajos anteriores que diversas teorías en
las prácticas sociales han reafirmado lógicas excluyentes
de conflictos inevitables que se concentran en aspectos predeterminados,
estáticos y recurrentes (Foerster, 1994) pero no se ocupan de los
determinantes de múltiples contextos que atraviesan las diversas
situaciones presentes. (Fried Schnitman y Fuks, 1994 b; Gergen, 1994.
Vecchi y Greco, 1997).
La mediación comparte con otras prácticas sociales cuestiones
relativas a qué definir como realidad y como conocerla en consecuencia,
la búsqueda de tales significados también se presenta al
mediador como problema. De modo que reflexionar sobre en su tarea qué
y cómo conocer, cómo observar, cómo pasar de la observación
a la comprensión, cómo reconocer los significados y cómo
interpretar los significados, son interrogantes epistemológicos
y metodológicos que intentan recuperar múltiples perspectivas
y comprender el sentido de la acción en un marco de relaciones
diversas, junto con las descripciones que se efectúan desde las
diferentes teorías y modelos que utiliza el mediador, y más
allá de ellas.
Para que las prácticas transiten hacia la profesionalización
necesitan de desarrollos en los niveles de descripción de la acción
y de los análisis y conceptualizaciones para y desde la acción.
Como parte de la formación sostenemos la necesidad de incluir desarrollos
conceptuales propios para el análisis de la acción (teorías,
modelos, abordajes); metodologías para el análisis de la
acción que hagan visibles los procesos incluidos en la práctica
y produzcan saberes que aumenten la formación (prácticas
reflexivas) y propuestas investigativas cuali y cuantitativas que acompañen
los resultados con procesos.
Se trata de cuestiones que resultan imprescindibles reconocerlas durante
la acción a fin de instrumentar una práctica eficaz y responsable
e invitan a considerar la necesidad de articular práctica y teoría,
persona y profesional a través de un permanente proceso de formación
en la acción.
Actualmente en el desarrollo de investigaciones que reviertan en el campo
de prácticas, se encuentran en la bibliografía y publicaciones
específicas bastante información cuantitativa sobre ventajas
y resultados de la mediación en programas, experiencias y sistemas
implementados en forma pública y privadas en distintas áreas
sociales.
Asimismo aparece una gran compilación del repertorio de técnicas,
herramientas y conceptos que se utilizan y en los que los mediadores basan
sus prácticas.
Otros estudios se han orientado a observar y describir más críticamente
si las definiciones, metas, características del proceso que se
utilizan para definir a la práctica del mediador y al proceso de
mediación se sostienen en la práctica. Así existen
estudios sobre la supuesta neutralidad, la no intervención en el
contenido del mediador y sí sobre el proceso, la comunicación
e influencia del mediador, etc.
Nuestra propuesta e interrogantes
En estos momentos en los países con preocupación por las
prácticas profesionales, la formación del mediador aparece
como un punto de inflexión tanto para el crecimiento y el sostenimiento
de los diversos servicios y programas en mediación como para el
desarrollo de la profesión misma del mediador.
En general los programas de estudios destacan el valor de las técnicas
y herramientas y la ejercitación de las mismas en los espacios
de formación. Se prioriza el hacer en el aula aun a través
del mostrar del docente y la repetición por el alumno. Raramente
se observa el desarrollo de los supuestos teóricos de las concepciones
que puedan hacer de marco epistemológico para aquellas herramientas.
Decíamos anteriormente que cuando esto último no aparece
como parte del programa de formación, la comprensión aparece
sesgada y la apropiación de la "técnica herramienta"
se inserta en los marcos previos que el alumno trae los que no alcanzar
a ser cuestionados ni desestructurados. Se produce así un proceso
de asimilación directa de las diferencias.
Aparece un proceso de capacitación con desarrollo preferente del
nivel técnico e instrumental, sin reconocer la implicancia directa
que las epistemologías, las lógicas y los desarrollos teóricos
que subyacen tienen en la práctica profesional. Como si el hacer
fuera disociado de procesos que lo incluyen, por lo tanto "instrumental"
en el sentido mas "pragmático aplicacionista".
En este escenario, los análisis que destaquen la incidencia de
los procesos formativos en aquella se tornan imprescindibles. No nos referimos
como proyectos separados de la acción en la práctica y en
la formación, sino dentro de y como marcos de aprendizaje para
y en la acción.
Se trata de procesos que hacen por un lado a la construcción del
campo de prácticas pero por otro a la formación del mediador,
junto con los estudios disciplinares mismos.
La realidad formativa deberá mostrar en su análisis y en
su acción no solo el tipo de contenidos sino el modo en que se
los trata, elementos claves a la hora del diseño de procesos formadores.
Consideraremos ahora algunas preguntas en procesos formativos desde
los propios procesos:
¿qué tipo de saberes permiten intervenciones formativas?
¿qué tipos de saberes facilitan la construcción
de nuevos saberes?
¿cómo se caracteriza el saber de los docentes en mediación?
Las respuestas a estas y a otras preguntas por la formación no
pueden aplicar el saber normalizado o saberes al servicio de la prefiguración
de la acción o de la deducción.
Al programar como al conducir la práctica no podemos dejar de
considerar cómo los operadores llevan conocimientos específicos
y configuraciones didácticas en consecuencia.
Para pensarlas y tornarlas visibles nos preguntamos acerca de
¿Cuál es el balance entre teoría y práctica
en los diseños formativos?
¿Cómo se organizan los circuitos formativos?
¿Cuándo son circuitos de instrucción?
¿Cuándo son de formación?
¿Cómo podríamos reconocer las tendencias instauradas
como lógicas
de formación?
¿Es posible interrumpir círculos reproductivos de esas
lógicas en el hacer?
Indudablemente que éstas se configuran como cuestiones de alternativas
diversas en procesos de profesionalización de una práctica.
Con relación al proceso de profesionalización y potenciación
de una práctica, no podríamos soslayar el valor investigativo
en prácticas en desarrollo justamente para instalar el proceso
de profesionalización.
Rescatamos entonces el valor de las acciones investigativas, sosteniendo
practicas de seguimiento, monitoreo de programas de formación y
de practicas.
Tender a profesionalizar una práctica nos permite expandir y aumentar
su espacio, localización y perspectiva en el sentido de identidad,
pertenencia, tanto como sostener y desarrollar una idea y concepción
de ética.
Según Perrenoud, entre otros, las tareas profesionalizadas o en
vías de profesionalización son cotidianamente confrontadas
con problemáticas de alta complejidad que entre otras cosas, también
deberán dar cuenta de su ética relacional.
Los profesionales sin embargo suelen seguir intencional o inintencionalmente
en sus acciones, objetivos que le son asignados por la corporación,
institución, clientes, contextos, etc.
Aceptando y sosteniendo que autonomía y responsabilidad son dos
elementos básicos de la profesionalización, estos interrogantes
surgen inevitablemente:
¿cómo incrementarlos?
¿qué condiciones de responsabilidad podríamos favorecer
para la decisión de procesos formativos profesionalizantes de la
práctica?
Entendemos como proceso de potenciación de la profesionalidad
reconocer el valor del saber y del saber hacer no como rutina sino como
hallazgos permanentes en tanto direcciones de transformación necesarias
de definir en su camino.
En la práctica en la relación entre mediadores y mediados,
en la formación en la relación entre formador y formado,
necesariamente se deberá incluir al análisis de la práctica
como instancia y proceso .
La práctica como parte de la formación, la formación
como parte de la práctica en la explicitación de marcos
de distintos niveles sostendrá la relevancia del decir y el hacer
ligado a rigor y pertinencia, variables en juego que reconocerán
las implicancias éticas imprescindibles.
El análisis de estas cuestiones dará cuenta al mismo tiempo
sin duda de competencias y destrezas en el quehacer profesional del mediador.
Reconocer la transición en la que nos encontramos como etapa intermedia
entre hoy y aquello que se quiere alcanzar nos permitirá no considerarla
en si misma autónoma y transformadora sino posible para concebir
procesos de transformación que configuren los objetivos de la organización
como instancias integradoras.
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