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Rational choice y teoría de los juegos en el proceso de negociación
colombiano
Abocarnos a los procesos de negociación, asimilando conceptos
al estudio empírico, y proponiendo un modelo de juego desde la
óptica del rational choice, constituye nuestro camino metodológico.
Es, a la vez, nuestro desafío analítico tratar de determinar
deductivamente cómo actuarán diversos actores ante una situación
que les presenta varias alternativas, bajo la premisa de la persecución
racional de sus fines.
Desde este estudio se asume el compromiso de observar y comprender los
comportamientos de los actores que participan en el proceso de negociación
en Colombia, aportando herramientas para el avance del proceso de diálogo
abierto entre el recientemente electo presidente Andrés Pastrana
y las organizaciones guerrilleras FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia) y, en menor medida, el ELN (Ejército de Liberación
Nacional).
Introducir la teoría de los juegos, diseñar un modelo de
análisis de la conducta racional de dos o más unidades de
decisión en interacción recíproca que buscan maximizar
sus propios intereses (sean estos egoístas o no), nos permite interrogarnos
acerca de diversas cuestiones que son la raíz de la futura consolidación
de la paz en la compleja realidad política colombiana:
-¿Cómo puede surgir la cooperación ? (es decir, ¿bajo
qué mecanismos?); -¿Cómo hacer para pasar de la cooperación
a un acuerdo real ?.
Posiblemente no encuentre el lector una respuesta acabada a este último
interrogante; pero sí bucearemos entre las diferentes opciones
que abre el juego colombiano hoy, y descifraremos algunos escenarios un
poco más proclives al éxito de la negociación.
¿Existe un acuerdo posible ?; ¿están dadas las condiciones?;
¿cuál es el capital de los participantes ?; ¿son
claros sus intereses ?; ¿quién ganará el juego ?,
Estos interrogantes estarán presente a lo largo de nuestro trabajo.
Si bien algunos de ellos encontrarán respuesta, nuestro principal
desafío es abrir nuevos ventanas para imaginar un futuro de paz
en un país que sufre una guerra no declarada hace ya más
de cuarenta años.
1.1 Los supuestos metodológicos
1-No entendemos la conducta humana como una conducta individual básicamente
egoísta y racional en sentido restringido, ni tampoco puramente
altruista.
1-a-Estudiamos las motivaciones para cooperar en situaciones determinadas.
1-b-Es necesario observar condiciones (voluntad de cooperar, incentivos
selectivos, marco de acción, conocimiento previo).
2-Para nuestro análisis tenemos en cuenta:
-la conducta racional y egoísta orientada al resultado,
-la conducta racional y egoísta orientada al proceso,
-y la conducta racional no egoísta.
Al abocarnos al estudio de casos podemos utilizar elementos de una teoría
más restringida (orientada al resultado/ A. Rapoport; H. Simon),
o elementos de una teoría que abarquen las motivaciones de la acción,
guiada por el compromiso social (teoría más extendida/ J.
Elster).
3-Para el análisis normativo de la negociación utilizamos
la teoría de la elección racional, definiendo racionalidad
como la conducta racional que expresa una elección entre fines
alternativos sobre la base de un conjunto dado de preferencias y un conjunto
dado de oportunidades (posibles alternativas). El costo de oportunidad
viene dado por elegir un fin dado.
4-Llamamos situación de juego cuando dos o más agentes
racionales definen sus planes de acción en función de lo
que suponen serán los planes de los otros, y sabiendo que los otros
hacen lo mismo.
5-Tomamos como unidades de comportamiento a un gobierno de un país
determinado (Colombia), y al grupo guerrillero con más peso (FARC),
aunque identificamos todos los actores que, antes o después, participarán
en la mesa de negociaciones. A la vez, tratamos siempre de identificar
algún miembro que represente a dichos grupos.
1.2 Los antecedentes
Colombia es un país con el peso de sus casi cuarenta años
de enfrentamientos entre grupos guerrilleros y el Estado. Las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación
Nacional (ELN) son hoy los dos grupos insurgentes más poderosos,
sumando entre sus filas más de 15.000 hombres armados. Esto significa
que existe un verdadero Estado dentro de un Estado formal, con autonomía,
poder y capacidad de influencia política, social, económica
y cultural. En el sur del país reside el principal desarrollo de
esta suerte de Estado paralelo, con cinco municipios -43.000 kilómetros
cuadrados-, controlados y "gobernados" por dichos grupos.
En cuanto a los antecedentes inmediatos, observamos los acuerdos de pacificación
de 1991 y 1994, cuyo logro fue el desarme de fracciones importantes del
EPL (Ejército Popular de Liberación) y del UC-ELN (Ejército
de Liberación Nacional). Anterior a esto se produjo la desmovilización
del Movimiento Quintín Lamé, del brazo armado del Partido
Revolucionario de los Trabajadores y del mítico M-19 (Movimiento
19 de Abril). Este movimiento negoció el tránsito de la
lucha armada a la representación parlamentaria, tuvo un primer
éxito en la elecciones presidenciales y constituyentes de 1990
(más del 20% en la segunda vuelta), pero le fue mal en las elecciones
de octubre de 1991 (legislativas y departamentales). Inercia, asimilación,
realismo, son algunos de los términos que elige Jorge Castañeda
en "La Utopía Desarmada" para referirse al fracaso del
M-19.
El destino del M-19 seguramente flotará hoy en las cabezas de las
FARC: de sus acciones presentes dependerá su futuro, y, por supuesto,
el de Colombia.
El dirigente del M-19 que llevó a la transformación de grupo
en partido, Antonio Navarro Wolff, expresó un comentario que ayuda
a comprender qué interpretación le daba al proceso de negociación
de entonces:
La diferencia entre nosotros y las guerrillas venezolanas en los sesenta
es que estas llagaron a la mesa de negociaciones ya derrotadas. Nunca
tuvieron la influencia política y social que consiguió el
movimiento guerrillero colombiano. Nosotros fuimos capaces de penetrar
en la sociedad, le gustara o no a la gente. Cuando comenzamos a buscarla
opinión pública ya teníamos una presencia. Nadie
nos derrotó. Más tarde algunos dijeron que habíamos
sido derrotados, pero si hubiéramos negociado desde una posición
de debilidad, no hubiéramos obtenido lo que obtuvimos, que fue
una enorme penetración en la opinión pública. la
gente no pensaba que habíamos sido derrotados, sino que simplemente
estábamos haciendo lo que había que hacer por el país,
abriendo el camino a la paz y la tranquilidad. La guerra de guerrillas
no fue en Colombia algo marginal, sino que dio en blanco del país.
Hoy, en otro contexto de negociación, es otro dirigente guerrillero,
Manuel Marulanda Vélez (mítico líder de las FARC),
quien deja entrever su estrategia de negociación. Desde sus palabras:
Nosotros hemos sido muy claros: despejen los cinco municipios que pedimos
para dialogar y allí no habrá confrontación. Para
eso es que precisamente pedimos que se libere la zona. Pero no podemos
asegurar que en ese momento no se esté combatiendo en otros sitios.
Creemos que eso es lo que va a ocurrir. Respecto al cese del fuego, eso
se puede ver en el marco de un diálogo: después de un mes
o dos o tres, se puede llegar a hacer.[...] Hemos seguido muy de cerca
todo el proceso de paz en Guatemala y El Salvador y no podemos decir si
el proceso de paz fue bueno o malo, porque cada país tiene sus
características . De acuerdo con la experiencia que hemos acumulado
a lo largo de cuarenta años de lucha, para resolver los problemas
sociales de este país se requiere de la presencia de las FARC.
Nosotros haremos un acuerdo en algún momento, pero nuestras armas
tienen que estar, tienen que ser la garantía de que aquí
se va a cumplir lo acordado. En el momento en que desaparezcan las armas,
el acuerdo se puede derrumbar. Ese es un tema estratégico que no
vamos a discutir.
Observamos entre ambos algunos puntos en común que nos servirán
de base para comprender cómo piensan el proceso de negociación
estos grupos, aún reconociendo que son dos contextos históricos
bien diferenciados. Así, el uso semántico del nosotros nos
devela, en cierto sentido, necesidad de pertenencia e identificación
a un grupo, necesidad de legitimarse. En ambos casos, si bien no reniegan
del uso de la violencia, se observa el interés por brindar explicaciones
ante la opinión pública, buscando apoyo a sus acciones,
mostrándose comprometidos con la sociedad, insinuando ocupar el
rol de voceros de los sectores más castigados por la crisis económica
colombiana -los campesinos cocacoleros. Esta búsqueda de legalización
o blanqueo de sus acciones frente a la opinión pública,
y la necesidad de supervivencia como grupo, llevó al M-19 a convertirse
en partido político, y a las FARC a aceptar el diálogo con
la administración Pastrana, persiguiendo el objetivo de despegarse
del mote de "narcoguerrilla", una acusación lanzada por
las fuerzas de seguridad, y diversos sectores políticos y sociales.
Así, frente a un panorama de violencia política reflejado
en los más de 35.000 muertos y el más de 1 millón
de desplazados -por causas de marginación social y política-,
la guerrilla triplicó su poderío en hombres y en presencia
en los últimos 10 años, apelando a la violencia armada contra
el Estado como forma corriente de acción política.
El mantenimiento de una ideología (marxismo-leninismo), como factor
de integración interna de los grupos guerrilleros, les permitió
sedimentar una base social y popular firmes, focalizado en sectores rurales
y campesinos con poca inserción en áreas urbanas y grandes
ciudades. De esta forma, los grupos guerrilleros aprovechan la situación
de deterioro del campo, protegiendo a los campesinos que se encuentran
en situación crítica y pasan a dedicarse a los cultivos
ilícitos en el sur del país (coca/ amapola). Allí,
actúan como el verdadero Estado: tienen dominio territorial, control
social y legitimación política.
1.3 Los participantes
- el Gobierno, bajo la figura del recién electo Andrés
Pastrana: conservador, promete en su campaña electoral que se reuniría
con los jefes guerrilleros. Es electo e inicia el diálogo: el 9
de julio se reúne con Manuel Marulanda Vélez -alias Tirofijo-,
líder de las FARC, en la selva colombiana. Tema central: iniciar
el proceso de paz. Proyecta el reconocimiento político a las organizaciones
guerrilleras y crear un "laboratorio para la paz" en la zona
de los cinco municipios. Inicia el retiro de sus tropas de allí
para iniciar diálogos, creándose una zona de distención
que abarca un 3% del territorio colombiano. A tratar: indultos, salvoconductos
a líderes insurgentes.
Víctor Ricardo es su comisionado para la paz. Quiere incorporar
al proceso de paz a los grupos paramilitares de ultraderecha. Presentación
ante el Congreso de un proyecto de ley en el que se pide un indulto general
para los grupos rebeldes que firmen la paz y depongan las armas.
- las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), grupo guerrillero
de mayor poder real (casi 15.000 hombres, dominio en cinco municipios:
Vista Hermosa, Mesetas, La Uribe, La Macarena y San Vicente de Caguan).
Dispuestas al diálogo, pero con armas. No aceptan grupos paramilitares
en mesa de negociaciones. Logran de parte del gobierno su primera exigencia:
despejar la zona de los cinco municipios; comienza la desmilitarización
(vía el acuerdo de la selva, 9-7-98). Exigen que continúe
el ex-ministro y ex-senador Leyva (actualmente con asilo político
en Costa Rica, investigado por enriquecimiento ilícito en relación
a supuestos negocios con el narcotráfico), como uno de los mediadores
de las negociaciones. Ofrecen el canje de prisioneros guuerilleros por
soldados (parte de los ataques y secuestros de militares responden a esta
estrategia de sumar prisioneros para canjear). A cambio, respetarán
a todas las autoridades democráticamente elegidas en la región
y los derechos civiles de sus habitantes. Ofrecen utilizar el poder de
sus fuerzas para reemplazar las plantaciones de coca por cultivos legales.
Otros:
- el ELN (Ejército de Liberación Nacional), segundo grupo
insurgente más poderoso. No lo incluímos como actor central
del juego porque consideramos que quiere demostrar una capacidad de negociación
individual, es decir, alejada de la negociación FARC-Gobierno.
Su estrategia reside, pues, en diferenciarse de las FARC como participante
para obtener más por sí sólo. Sin embargo, consideramos
que el proceso de negociación en algún momento deberá
diseñar una mesa única de conversaciones, con participantes,
reglas y plazos bien establecidos.
- Autodefensas Unidas de Colombia, organización ilegal que coordina
a los grupos de ultraderecha paramilitar que combaten a la guerrilla.
Durante los últimos dos años se convirtieron en la facción
más violenta del país, al mando de Carlos Castaño.
Dispuestas a ser juzgados por el tribunal Penal Internacional de la ONU
si los insurgentes hacen lo mismo.
- Otros grupos paramilitares.
1.4 Las estrategias
El Gobierno de Pastrana, percibe como excluyentes la negociación
política y la confrontación armada. Abunda el contenido
simbólico de sus acciones: "buena voluntad" y "buenas
intenciones" para atraer a los grupos guerrilleros a la mesa de negociación.
Su extrema cautela y respeto al proceso de diálogo parece opacar
su iniciativa política, poniéndose a la cabeza de la negociación
y generando las alternativas que lleven al acuerdo.
Su condición de Estado precario, cada vez más debilitado,
lo lleva a perder capacidad de manejo de la situación de conflicto,
careciendo de un método claro de negociación. Su meta es
la paz, pero hay infinidad de caminos para llegar a ella, y fuertes diferencias
en lo que la palabra paz significa para los diversos actores.
Los grupos guerrilleros, por otro lado, adoptan como estrategia imponer
condiciones en el terreno militar para así imponerlas en el campo
de las negociaciones de paz. Estos grupos poseen una percepción
optimista de la guerra y están en una etapa en donde todavía
encuentran sentido seguir conquistando poder para cuando llegue el momento
de negociar definitivamente. En palabras del politólogo colombiano
Alfredo Rangel, la guerrilla utiliza el diálogo como arma de guerra.
Es importante no perder de vista el eje central de una estrategia de negociación.
William Ury, en su libro "Sí de Acuerdo...Cómo negociar
sin ceder", señala cuatro puntos que caracterizan el método
de negociación según principios o negociación con
base en los méritos:
- Separar a las personas del problema (problema)
- Concentrarse en los intereses, no en las posiciones (intereses)
- Generar una variedad de posibilidades antes de decidirse a actuar (opciones)
- Insistir en que el resultado se base en algún criterio objetivo
(criterio objetivo)
Hoy, la negociación es todavía demasiado virgen en Colombia
como para elevar un diagnóstico adecuado. Sin embargo, creemos
advertir que no se están construyendo bien los cimientos que hacen
al proceso, a los medios por los cuales se pretende llegar a un acuerdo
real. En otras palabras, se podrían construir mejor. ¿Cuáles
son las etapas para llegar al acuerdo?, ¿en qué etapa están
las partes hoy?, ¿en la de análisis?...¿en la de
planeación?...¿o en la de discusión?, ¿qué
tipo de acuerdo persiguen las partes?, ¿en base a qué intereses
?, ¿es lo mismo cualquier acuerdo?, ¿cuáles son los
criterios de negociación?. Quizás resulte difícil
encontrar las respuestas porque sencillamente las partes no manifiesten
claramentes sus intereses y no terminen de explicitar nunca las reglas
de juego.
Antes de pasar al juego colombiano, mencionaremos algunos elementos de
lo que entendemos por un proceso de negociación eficaz, y algunas
aclaraciones en cuanto al poder que serán útiles para el
análisis de las estrategias de las partes.
Un proceso de negociación eficaz implica:
- negociar las reglas de juego
- diseñar, imaginar opciones de mutuo beneficio
- implementar criterios objetivos
- dilucidar intereses
- no reducir la negociación a la confianza
- reducir expectativas propias y ajenas
- visualizar momentos oportunos para distintas decisiones (en base a condiciones
objetivas)
Algunas aclaraciones en cuanto al poder:
- negociar no significa ceder
- cuanto mejor sea la comunicación entre las partes, mayores serán
las posibilidades de ejercer influencia. Esto permitirá conocer
los intereses legítimos del otro y lograr un acuerdo en que ninguna
de las dos partes se - considere vencida
- los recursos no son lo mismo que el poder de negociación
- inventar una opción elegante da poder
- establecer un compromiso bien pensado da poder
- recurrir a normas externas de legitimidad da poder
Condiciones Iniciales:
2.1 La posición de los participantes
Existe un Estado legal, formal y un Estado ilegal, con un ejército,
capaz de ejercer control social y encontrar legitimidad política
en el territorio que dominan -los cinco municipios del Sur del país.
Ambos Estados tienen reglas propias.
2.2 El capital
El gobierno de Pastrana, recientemente electo presidente, anunció
en su campaña que iba a reunirse con los jefes guerrilleros. Fue
así que el 9 de julio se inician las conversaciones de paz (reunión
de la selva con las FARC). La necesidad de lograr avances en el proceso
de paz que lleve a un acuerdo global, trae consigo una serie de concesiones
a los grupos guerrilleros: reconocimiento político, desmilitarización
de la zona de los cinco municipios. Su condición de Estado débil,
con la amenaza permanente del narcotráfico, sin cadenas de crédito
internacional, lo llevan a sentarse a negociar con algunas limitaciones.
A estas se agrega la falta de una estrategia clara, que se traduzca en
una mejora de su capital como actor relevante en la negociación.
Las FARC, como principal grupo guerrillero, cuentan con capacidad y poder,
reflejados por el dominio territorial que ejercen en la región
sur de Colombia, control social y legitimación política.
A esto se suma una asombrosa orientación del proceso hacia sus
intereses. Buscan despegarse del mote de "narcoguerrilla", proponiendo
ser ellos mismos los que conduzcan el proceso de supresión de las
plantaciones de coca por cultivos legales. Pero, obviamente, al constituir
un Estado ilegal, su reconocimiento o status político traerá
consigo una redefinición de sus objetivos e intereses como grupo.
Aquí reside una de las claves para comprender el proceso de paz,
para pensar un acuerdo prudente, eficaz para las partes. Un acuerdo de
paz estable, creíble debe incluir un análisis de cuáles
serán los escenarios para los diferentes participantes involucrados.
Y dentro de una cantidad de alternativas, cual será el que menos
perjudique a todos. Todos deben sentir que logran algo, sino el acuerdo
corre riesgo de no ser cumplido De la estabilidad o inestabilidad del
proceso de negociación, de lo que se diga, de lo que se haga, de
lo que empiecen a cumplir las partes -o no-, depende el futuro de paz
para Colombia.
2.3 Los intereses
Dos preguntas giran en torno a la dilucidación de los intereses
de las partes: Por qué negociar? y/o Por qué no negociar?.
Cada parte debería intentar contestarse estas preguntas, para comprender
necesidades, esperanzas, temores y deseos. En caso de aceptar las partes
iniciar el diálogo, deberían primero responderse que pasaría
ante una opción determinada si la respuesta es sí, y que
pasaría si la respuesta es no,. Ponerse en el lugar del otro, identificar
sus intereses, teniendo bien en claro cuales son los propios.
Mencionaremos sintéticamente los intereses de las partes del juego
que nos corresponde analizar:
En cuanto al Gobierno:
à lograr la paz. Esto implica:
· obtener poder real en todo el territorio
· neutralizar y eliminar el narcotráfico
· garantizar el fin de la violencia política, implica acordar
con los grupos insurgentes más relevantes
· Obtener la confianza de la banca internacional (créditos
para promoción social)
En cuanto a los Grupos Guerrilleros:
à lograr la paz, mientras ello implique:
· conservar su organización, acumular poder, logrando reconocimiento
político
· no deponer las armas como garantía al cumplimento de un
futuro acuerdo
· ser reconocidos como grupo nacional con base social, que les
permita llegar a un acuerdo global en donde se contemplen los problemas
del narcotráfico, crisis financiera, marginación de campesinos,
etc. Impulsar soluciones a dichos problemas vía una Asamblea Nacional
Constituyente
Observar cual sería el impacto de una decisión determinada
en los intereses múltiples de cada parte es de vital importancia
para el éxito del proceso negociador. Lo es también el de
garantizar a la otra parte las necesidades humanas básicas, que
-en términos de W. Ury- incluyen: seguridad, bienestar económico,
un sentido de pertenencia, reconocimiento y control sobre la vida propia.
Las negociaciones que no respeten la satisfacción de dichas necesidades
estarán condenadas al fracaso.
2.4 Las reglas
- los grupos insurgentes deberán deponer las armas para un futuro
acuerdo global de paz (no hay consenso)
- mientras tanto, se negocia -precariamente- el acuerdo (con o sin guerra)
- las negociaciones se llevarán a cabo en el marco de un territorio
desmilitarizado (consenso)
Las reglas resultan poco claras tanto para las partes como para la opinión
pública. Hoy, el proceso de paz corre el riesgo de perder credibilidad,
de ser boicoteado por actores que ven perjudicada su existencia con la
paz, de empantanarse por falta de capacidad para percibir los intereses
propios, y del otro. Cuanto antes se clarifiquen las estrategias, más
oportunidades para evaluar opciones de acuerdo. Esto no significa revelar
secretos, sino no crear misterios donde no los hay, o donde no hay necesidad
de hacerlo. A veces es mejor dejar ver una carta (aquella que resulta
conveniente para velar por mis intereses), que ocultar un juego que no
tenemos, y que por otro lado no estamos dispuestos a jugar.
El juego
Hasta aquí hemos develado diversos interrogantes; también
han surgido otros no menos significativos. Sin embargo, no parece surgir
de nuestro análisis la respuesta sobre quién ganará
el juego (si efectivamente es que existirá algún ganador).
Sí sabemos que el juego carecerá de sentido para las partes
si estas no respetan una serie de cuestiones hasta aquí advertidas.
Cumplir las reglas, garantizar las necesidades básicas de cada
parte, pensar desde el principio en el cierre, imaginar las opciones que
lleven al logro de un acuerdo exitoso, prudente, real. Los pasos de cada
parte deben estar programados, y no deben generar sorpresa en el otro,
la ejecución del acuerdo debe contemplar los máximos aspectos
posibles (pensar en factores internos, externos, predecibles, riesgo de
factores impredecibles, etc.)
Para el caso, el juego ya empezó. Quizás podría haber
empezado en una cancha pintada, con tribunas, con reglas claras, con un
referee. Algunos de estos elementos hoy no se observan en el proceso de
negociación, pero deberán incluirse cuanto antes.
Colombia debería comprender que el poder ya no reside en las armas,
sino en el grado de compromiso hacia un proyecto de paz serio y creíble
ante ellos mismos y ante el mundo. Pero, ¿qué entienden
por paz?, ¿existe un marco de elaboración de un proyecto
de paz consensuado entre las partes?. Las actitudes y decisiones que se
tomen respecto de la otra parte deben ser estudiadas, previsibles, bajo
un diseño de opciones y siguiendo intereses sensatos (no posiciones).
Las FARC deberían despejar el camino de la violencia, y estar dispuestos
a abandonar el concepto de paz armada. Ahora bien, le corresponde al Gobierno
darle motivos a la guerrilla para que aquello suceda. Esto significa,
generar opciones de acuerdo creíbles y beneficiosas para ambas
partes, en el plano de la legalidad.
Hoy el Gobierno y las FARC luchan por un lado y "negocian" por
el otro. Este escenario es peligroso para por dos motivos: las FARC pueden,
por un lado, encontrar así una posición ventajosa que signifique
abandonar el interés en la negociación (ya que obtiene mayores
beneficios mediante la violencia) mientras que el Gobierno pierde, por
otro lado, legitimidad ante la opinión pública colombiana
(traducida en pérdida de votos y descontento social), y ante el
concierto internacional (pérdida de inversiones y créditos
de la banca internacional).
Virgilio Barco, César Gaviria, Ernesto Samper constituyen antecedentes
de administraciones anteriores a Pastrana que intentaron poner fin a la
violencia con los grupos guerrilleros. Sin embargo, la apuesta hoy es
mayor, porque el mundo mira a Colombia, y en el actual contexto de globalización,
es el mundo el que le pide a Pastrana que al menos deje ver una carta,
para conocer cual es su juego. De no ser así, quedará flotando
el peligro de que todo se reduzca a voluntarismo y buenas intenciones.
Y nunca podremos decir quien ganó el juego mientras los participantes
no se decidan a jugarlo con mayor responsabilidad.
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