Introduzione

3 WMF ITALIA 2000

Neutralidad en la Mediación:
un sobrevuelo necesario

CARINA MASOJAN


ABSTRACT

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Country:
Argentina

Language:
Spanish

Al plantearnos, dentro del proceso de la mediación, la cuestión de la neutralidad, puede parecernos que la misma es de una obviedad tal, que no vale la pena su profundiza-ción. Algunos autores, como Bianchi, por ejemplo, nos dicen que hablar de neutralidad y objetividad son conceptos autoreferenciales, ya que ''...esa pretensión de ''objetividad'' es errónea pues presupone la separación entre el observador y lo observado'' y agrega que ''el mediador está involucrado en el proceso y en lo mediado como co-autor y co-cons-tructor de lo que allí acontece.'' Si bien es cierto que el mediador tiene que ver lógicamente con la mediación, su función será la de guiar a las partes dentro del proceso que se está desarrollando, ya que se supone un experto en el mismo. Pero cuando hablamos de neutralidad, lo hacemos en cuanto al conflicto. Es aquí en donde el mediador debe mantenerse alejado y de ninguna manera involucrarse con él. El mediador podrá ser co-constructor del proceso de la mediación pero no lo será nunca de la solución, a la cual las partes tendrán que arribar por sí mismas.


 

Index

CONSIDERACIONES
PREVIAS
NO DAR POR SUPUESTO
EL NOMBRE DE LAS
COSAS
UN ''SOLO'' LENGUAJE?
TRANSFORMAR LA
CONDUCTA
ROMPER EL PARADIGMA
AMPLIAR EL CAMPO
DE ENFOQUE
LOS HÁBITOS Y
''HÁBITOS''
CONCLUSIÓN
ÍNDICE BIBLIOGRÁFICO

 
 

CONSIDERACIONES PREVIAS

 
 
Al plantearnos, dentro del proceso de la mediación, la cuestión de la neutralidad, puede parecernos que la misma es de una obviedad tal, que no vale la pena su profundiza-ción.
Algunos autores, como Bianchi, por ejemplo, nos dicen que hablar de neutralidad y objetividad son conceptos autoreferenciales, ya que ''...esa pretensión de ''objetividad'' es errónea pues presupone la separación entre el observador y lo observado'' y agrega que ''el mediador está involucrado en el proceso y en lo mediado como co-autor y co-cons-tructor de lo que allí acontece.''
Si bien es cierto que el mediador tiene que ver lógicamente con la mediación, su función será la de guiar a las partes dentro del proceso que se está desarrollando, ya que se supone un experto en el mismo. Pero cuando hablamos de neutralidad, lo hacemos en cuanto al conflicto. Es aquí en donde el mediador debe mantenerse alejado y de ninguna manera involucrarse con él. El mediador podrá ser co-constructor del proceso de la mediación pero no lo será nunca de la solución, a la cual las partes tendrán que arribar por sí mismas
Pero volviendo a este tratar de definir qué es ser neutral en la Mediación, antes de hacerlo veamos algunos interrogantes que se nos presentan: ¿Puede el ser humano como tal, ser neutral? ¿Son el mediador y la persona del mediador dos entidades antagónicas? ¿Es realmente necesario ser neutral dentro del proceso de la mediación?¿Qué sucede con el bagaje cultural que aparentemente predetermina el accionar del mediador?

La respuesta a éstas y otras preguntas que podamos hacernos es lo que nos irán dando una idea más clara de lo que significa ser neutral en la mediación. Para ello, les invito a acompañarme en el camino dibujado por los capítulos que prosiguen a esta introduccióm y juntos, así, poder arribar a alguna conclusión...

 

 

 

 

 

 

 

No dar por supuesto

 
 
Todos los días Don Benjamín pasaba horas y horas en la vereda... A veces senta-do, otras de pie, el tiempo parecía detenerse en su mirada, reflejando un único y ruidoso paisaje de sol, cemento y automóviles. Y él repetía insistentemente su rutina, de tal modo que ya había logrado ''el mérito barrial'' de ser orgulloso poseedor de algunos apodos
que parecía querer ignorar. La gente no comprendía el encanto de la monotonía benjami-nense pero en cierto modo la respetaba, explicando su actitud en ''los años que tiene el hombre'' y ''¿qué otra cosa podría hacer?''.

Por aquella época yo me daba el ''lujo'' de detenerme apenas unos minutos en la vorágine cotidiana y disfrutaba escuchando a Don Benjamín contar historias intermina-bles de la postguerra en Italia. Y luego se quedaba callado y era muy difícil para mí rom-per ese silencio. Él marcaba el principio y el fin de cada narración, disponiendo, en lo que parecía ser un monólogo, su contenido. En este marco ceremonioso, yo me dejaba ''impregnar'' pasivamente de sus historias...
Un día, llevada quizás por la rebeldía hacia aquella popular impresión de ''que él no servía ya para nada'', le pregunté sobre sus cuestionadas estadías, sin mencionarle, por respeto, la palabra ''cuestionadas''.
''Es simple, Carinella, -me respondió- los autos son como las ovejas que llevaba a pastorear cuando era joven, allá en mi tierra: son muchos y van todos en un mismo senti-
do...'' y sus palabras se fueron mezclando con otras mientras decía que por allí alguna vez había pasado el tranvía...
Y yo quedé ahí, medio colgada del pasamanos de aquel viejo tranvía, como que-
riendo escapar de la vergüenza que sentía por haber pensado, aunque sea por un instante, igual que toda la gente del barrio...''

A modo de ejemplo , este cuento nos muestra una de las tantas situaciones en las cuales es común suponer ''causas'' que por lo general nos dejan satisfechos a nosotros mismos. Esa explicación nos contenta de tal modo, que muchas veces no nos permite tratar de ''ir más allá'' de lo que ''YA SABEMOS''. Ahora bien, ¿ es cierto eso de que ya sabe-
mos?, ¿es tan evidente el por qué de las conductas de los otros?
Enumeremos algunas razones por las cuales frecuentemente ''DAMOS POR SU-PUESTO'':
-Porque no nos interesa el asunto y no queremos ahondar en su tratamiento
-Porque no nos interesan la o las personas que tienen que ver con el tema.
-Porque solo oímos lo que se nos dice pero no escuchamos (es decir, no interpretamos lo que se oye).
-Porque solo NUESTRA respuesta es válida.

Veamos que muchas veces, aún a pesar de haber recibido una explicación detallada de parte del que realizó una conducta determinada, ''hacemos oídos sordos'' y seguimos ''escuchando'' nuestra propia respuesta, incluso respaldando su validez desde las razones de lo más variadas ('' tengo más experiencia'', ''conozco técnicamente más sobre el tema'') y hasta de lo más bizarras (''la edad me autoriza'', ''es lo mismo que me pasó a mí'').
El mediador no debe pensar que la historia que le cuentan ''ya la escuchó mil ve-ces'' o que ''es la historia de siempre''. Por el contrario, cada historia pertenece a cada in-dividuo como tal, con características y condiciones propias.
Presuponer podría devenir en prejuzgar, y nada más errado si de ser neutrales se trata.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El nombre de las cosas

 
 
Kenke vivió mucho tiempo en aquella casa destartalada y vieja. Nunca se acostum-bró a ese molesto olor a humedad que parecía abrazarlo todo, como pegado permanente-mente a la punta de su nariz...
En el dormitorio, también húmedo, bajaba, directa y desprejuiciadamente, sobre la cabecera de su cama, la raíz de una planta cuyo tallo, un día supo (y ésto por treparse al techo en su afán investigador), era de un tamaño diminuto: apenas unos diez centímetros.
Una noche, al volver de unas cortas vacaciones, observó que la raíz en cuestión había crecido desmesuradamente y casi llegaba hasta el velador antiguo que le había he-redado su abuela. ''¿Qué hacer?''- se preguntó. '' Si tiro de la raíz, posiblemente el techo de la habitación se venga abajo'', ya que la misma estaba ''entretejida'' con una profun-da grieta que hacía mucho tiempo atrás se había abierto en el techo. ''¿Y si la corto con la tijera?'', pero recordó que se la había prestado al vecino y era muy tarde para pedírsela. ''¿Y si cambio los muebles de lugar y la ''mimetizo'' con el potus que tengo sobre la si-
lla?'', pero estaba muy cansado para hacerlo. Y así, se le presentaron muchas ideas que siempre tenían el mismo fin: ninguno...
Sonó el timbre. Fue a abrir, casi exhausto. Era Mariela quien, con su sonrisa de siempre, venía a darle la bienvenida. De pronto, al descubrir la longuísima raíz, dijo manteniendo su mirada fija en ella: ''¡Qué planta más rara y exótica has traído de Brasil! ¿De qué especie es?''
Y esta es la historia de cómo la raíz de aquella planta en la vieja casa destartalada pasó a llamarse tallo y el tallo (todavía en el techo) pasó a llamarse raíz.


En ese ''dar por supuesto'' del que hablábamos en el capítulo anterior, podemos también encontrar una razón más ''inocente'' en tanto muchas veces creemos escuchar correctamente. ¿Qué quiero decir con ésto? En tanto escuchar significa oir interpretando y, suponiendo, como dije al principio, que me pareció escuchar correctamente, cabría preguntarme si mi interpretación de una determinada expresión es la misma que le asigna quien la ha emitido. ¿El nombre de las cosas es en sí mismo o es solo una denominación cultural de las cosas? Y si es un aprendizaje, ¿ qué pasaría si a una misma cosa la lla-másemos de diferente modo? ¿Continuaría siendo la misma cosa? ¿Y si, a la inversa, nos encontrásemos con un mismo nombre utilizado para denominar dos cosas diferentes?

Pero veamos algunos ejemplos de cómo en un mismo contexto cultural (por ejemplo, paí-
ses en donde se habla la lengua española), nos encontramos con este tipo de ''inconve-nientes'':

· POLISEMIA (o multiplicidad de acepciones en una misma palabra)
Por ejemplo, Carta: cada uno de los naipes que forman una baraja
Carta: En su primera acepción: Mapa

· HOMONIMIA (o sea aquellos vocablos que, escribiéndose de igual forma, poseen un sig-nificado diferente)
-mismo país misma zona: (región central de la Argentina)
lira: moneda italiana
lira: instrumento musical
-mismo país, distinta zona:
En la región central de la Argentina: Llanta: Parte metálica de una rueda. En el norte del mismo país: Llanta: se le llama así a la leña en general.
-distintos países:
En Argentina, bombo hace referencia al instrumento musical.
En Puerto Rico, en cambio, se llama así a un tipo especial de sombrero.

· FIGURATIVOS
-Veamos por ejemplo: Cazar: apresar un animal ''cazar un conejo''
y su figurativo: Cazar: sorprender a alguien en alguna acción que desea o-
cultar ''lo cazaste justo cuando estaba robando''
-¿Y una misma expresión en zonas diferentes?:
Mientras que en Argentina se dice mala pata por tener mala suerte,
en República Dominicana, se le dice así a alguien que baila mal.

¿Y qué pasa con las palabras que ''suenan'' igual pero tienen un significado diferente? Estamos hablando de las HOMOFONIAS.
Por ejemplo: ato (del verbo atar)
y hato (como pequeño ajuar de uso cotidiano)

Pero como si todo ésto fuera poco, qué sucede cuando queremos pedir algo en otro país (sigamos con aquellos en donde se habla el español) y, si bien ''llamamos a las cosas por su nombre'', la gente del lugar parece no comprendernos. Y entonces es cuando nos encontramos con que si bien en España, los automóviles tienen neumáticos que se pinchan fácilmente, en México se ponchan no los neumáticos, sino las llantas. Pero en Cuba no son las llantas las que se ponchan sino las gomas. ¿Y en Venezuela? Pues no se pinchan ni se ponchan las llantas ni los neumáticos, simplemente se revientan las tripas.

Vemos entonces cómo lo evidente resulta no ser tan evidente como pensábamos y es aquí en donde el Mediador debe trabajar con sumo cuidado, interpretando las palabras dentro del ''marco'' lingüístico en el que son dichas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un ''solo'' lenguaje?

 
 
Hablábamos anteriormente de un ''marco'' lingüístico dentro del cual es necesario
interpretar los relatos, manifestaciones, etc. ¿Pero es el lenguaje verbal la única manera de manifestarse del ser humano? ¿Transmite igual mensaje una misma expresión, si ésta es dicha por una persona que si es emitida a través de una máquina grabadora? Y suponiendo aún que esta última fuera muy fiel en cuanto a la reproducción del tono de voz, ¿no acompañarían a los dichos del hombre otros elementos como gestos, miradas, etc? Estaríamos reconociendo entonces la existencia de otro ''marco'', el emocional, el cual podría resignificar el mensaje de una expresión literal.
Pero, ¿qué pasaría si lo mismo fuera dicho por dos personas diferentes?, ¿y si lo ex-presara una misma persona pero en momentos y lugares distintos? ¿Continuaría, entonces, aquella expresión siendo la misma?.
De allí es que debemos diferenciar entre el decir literal, como ''manifestación a través de la palabra'' y el decir figurativo, en tanto significa ''denotar algo o dar muestras de ello''. Y en este dar muestras es en donde se presentan las emociones y sentimientos y sus diferentes modos de manifestarse. Los mismos no necesariamente deben acompañar a la palabra o ir acompañados de ella, sino que pueden darse por sí y sin la utilización de lenguaje alguno. Así es, entonces, que dentro de este marco emocional podremos obser-var, por ejemplo, cambios en el tono y volumen de voz, tartamudeo repentino, movimien-tos repetitivos, transpiración excesiva, rechinar de dientes, taquipnea o respiración excesi-vamente rápida, taquicardia o sea el aumento de la frecuencia cardíaca (la cual se puede identificar por incremento en el diámetro de la vena yugular), ptialismo o secreción exce-

siva de saliva (que se denota por la necesidad notoria de salivar). A través de estas y otras muchas maneras diferentes, el ser humano comunicará su alegría, enojo, tristeza, decep-ción, nerviosismo, ansiedad, depresión, etc.
¿Y qué sucede si una persona no expresa palabra ni emoción alguna? Digamos que se comunica a través de su silencio. Quizás es aquí en donde el mediador deba poner espe-cial atención y entrenarse en escuchar qué no dice cada una de las partes que vienen a la mediación, ya que seguramente en ese no decir nos estará comunicando algo.

 

 

Transformar la conducta

 
 
El cliente
¡Mozo, la cuenta!
El mozo
Aquí está... (saca el lápiz y anota) Usted tiene... dos huevos duros, un bife de ternera, un plato de arvejas, un espárrago, queso con mantequilla, una almendra verde, un café de filtro, una llamada telefónica
El cliente
¡Y después los cigarrillos!
El mozo
(Comienza a contar)
Eso mismo... cigarrillos
Entonces, esto hace...
El cliente
No insista más, mi amigo, es inútil, no lo conseguirá jamás.
El mozo
¡¡¡!!!
El cliente
¿No hemos aprendido pues, en la escuela que es matemáticamente imposible sumar cosas de diferentes especies?
El mozo
¡¡¡!!!
El cliente
(Elevando la voz)
En fin, da lo mismo, ¿de quién se burla?

Hace falta realmente ser insensato para atreverse a intentar adicionar un bife de ternera con cigarrillos, cigarrillos con un café de filtro, un café de filtro con una almendra verde y huevos duros con arvejas, arvejas con un teléfono... Ya que está en eso, por qué no una arveja con un gran oficial de la Legión de Honor.(Se levanta)
No, mi amigo, créame, no insista, no se fatigue, eso no le dará ningún resultado, entiende, ninguno...absolutamente ninguno...¡ni siquiera la propina!
(Y sale llevándose el aro de la servilleta de modo gracioso)
Jacques Prévert, Histoires.

Vimos hasta ahora cómo el decir y el escuchar se encuentran permanentemente ''entrelazados'' en el proceso comunicacional. Pero qué pasaría si, como en la narración de Prévert, alguna de las partes no quisiera darse a entender o, en su caso, no le interesara comprender lo que la otra está manifestando. ¿Y si lo que expresara no estuviera de acuer-
do con lo que realmente cree, siente o piensa? ¿Y si lo que manifiesta no guardase rela-ción coherente con los hechos en sí? ¿Qué son, en realidad, los hechos en sí? ¿Es menos importante la percepción que se tiene de ellos? ¿No es muchas veces esta misma percep-ción la que genera un conflicto? Desde el punto de vista de De Bono, la percepción es un sistema autoorganizador , debido a que el sujeto capta el mundo que lo rodea y organiza la información de acuerdo a patrones que determinan ciertos esquemas de pensamiento. És-
tos se ven influenciados por valores, creencias, mandatos familiares y culturales, los cuales pueden ser muy útiles (en el caso de que existan coincidencias), pero también podrían cau-
sar un estancamiento en el proceso de la mediación, del cual resultaría muy difícil salir.

Muchas veces esta percepción de la realidad hace que las partes se posicionen de manera adversarial respecto al conflicto. Es aquí donde el mediador debe lograr que la actitud de las partes se torne cooperativa, que se respeten entre sí y que reconozcan validez en los dichos del otro, guiando él a los participantes a través del proceso mismo. para que juntos arriben a una solución. Ahora bien, ¿cómo posibilitar este proceso de co-contrucción sin involucrarnos con el conflicto y permaneciendo neutrales? Es fundamental que el mediador considere que el éxito de la mediación no necesariamente consistirá en llegar a un acuerdo, sino que éste puede darse si se logra reestructurar la situación, en base a la transformación de la relación, de la que ya hemos hablado anteriormente.

Será importante entonces que el mediador no produzca en ningún momento dichos nuevos, que no brinde asesoramiento y que se valga de diversas técnicas, las cuales correctamente utilizadas servirán al proceso en su totalidad y no significarán mellar de modo alguno su neutralidad. Veamos algunas de ellas:
· el parafraseo, no solo para despojar a las expresiones de las partes de juicios de valor, acusaciones, etc. sino para reasegurar que las mismas se escuchen entre sí. Muchas veces una persona necesita oír de un tercero lo que otra le está queriendo transmitir ya que de otro modo quizás no lo escuchará jamás.
· connotación positiva, esto es resaltar aquello en donde las partes tienen puntos de encuentro.
· Preguntas circulares, abiertas y cerradas, que produzcan la ratificación, rectificación o ampliación de lo ya dicho, lo cual podría producir un reposicionamiento de las partes frente al conflicto
Asimismo en el branstorming o torbellino de ideas, el mediador hará las veces de ''disparador'' de las distintas propuestas, las cuales deberán surgir de las partes como con-
dición sine-qua-non.

De hecho las situaciones conflictivas se presentan cotidianamente, pero si logramos cambiar la manera de comportarnos al abordarlas, quizás podamos encontrar en ellas un punto de crecimiento. Es aquí en donde se demuestra la importancia de la transformación de la relación desde la mediación, en cuanto éste es un proceso cuyo objetivo es la convi-vencia en paz.

 

 

Romper el paradigma

 
 
Ana y Marcos habían tenido un día realmente agotador. Una sola idea los obsesio-naba: la sed. Se levantaron casi simultáneamente de sus sillas y se dirigieron al dispenser que había en la oficina. Realmente había sido un día muy caluroso... En la máquina casi no quedaba agua. De todas maneras colocaron un vaso debajo del pico vertedor y accio-naron la palanca. El vaso se llenó justo hasta la mitad y eso fue todo, no había más agua que ésa. Ambos sentían mucha sed pero depositaron el vaso con agua sobre el escritorio y se quedaron mirándolo, inmersos cada uno en sus pensamientos...
Marcos, no pudiendo desviar la mirada de la mitad vacía, pensó: ''Mira todo lo
que podría haber tomado''. Y fue tal su enojo tratando de encontrar responsables por la falta del líquido elemento, que se olvidó de que tenía sed y se dedicó a dar vueltas furioso por entre los muebles de la oficina.

Ana, en cambio, fijó su atención en la mitad llena y de inmediato pensó: ''Después de todo, si el vaso hubiera estado completo ésa sería la cantidad de agua que me hubiera correspondido, ya que la otra parte se la hubiera tomado Marcos. Esperaré a que él se ha-ya ido y la tomaré''.
Pero Marcos nunca se fue, ya que seguía dando vueltas en la oficina absorto por su ira. Y Ana, vencida por el cansancio de tanta espera, también se olvidó de su sed y se quedó dormida...

En nuestra vida cotidiana reinan los paradigmas. Nos movemos de acuerdo a ellos y no sabemos hacerlo de otro modo. Y entonces nos pasa que si somos médicos, todo lo queremos resolver desde la medicina y si somos carpinteros, ante cual-
quier inconveniente tomaremos un martillo y probaremos a los golpes. Pero, ¿qué pasaría
si no tenemos el martillo? ¿Sabríamos cómo solucionar el dilema? ¿Y si, por ejemplo, un día nos damos cuenta de que se está acabando el oxígeno en la Tierra? ¿Nos sentaríamos a esperar la muerte? Seguramente responderíamos que no, que de ninguna manera nos resignaríamos a perder la vida y buscaríamos otras alternativas. ¿Por qué, entonces, cuando diariamente se nos presentan situaciones similares, no sabemos encontrarles solución? ¿Le restamos importancia tal vez por tratarse de pequeños asuntos? Pero, ¿qué es LA vida sino una sumatoria de estos pequeños asuntos?

Es así que nos encontramos permanentemente ante situaciones paradójicas: nos gusta estar bronceados pero no tomar sol, nos encanta estar delgados pero no hacer régimen, queremos gozar de buena salud pero pisamos el consultorio del médico una vez cada tres años. Nuestra vida está plagada de paradojas y muchas veces nos olvidamos de que el hombre en cuanto libre, es capaz de crear y es en esta creatividad en donde debe hallar la salida a aquello que parece no tenerlo.

Observemos qué sucede con Marcos y Ana en el cuento de la introducción. ¿No es Marcos capaz de cambiar su punto de vista y detener su mirada en la mitad llena? ¿Y Ana?, ¿no es justamente su seguridad de que logrará tomar toda el agua la que la lleva al fracaso? ¿No pueden acaso, pensar en tomar cada uno la mitad de la mitad del agua exis-tente (o sea un cuarto del vaso) y así reponer energías para salir de la oficina en búsqueda de más agua? ¿Qué es lo que no les permite ir más allá con su pensamiento? ¡Pues su paradigma! Ambos están formados en la cultura del ganar-perder, del todo o nada, del blanco o negro. ¿Es que no existen los matices?, ¿y puntos intermedios? Y si hasta ahora no se hubieran inventado otras alternativas, ¿no podrían ellos crearlas?

En la Mediación se trata de ésto, no de que el mediador cree nuevas alternativas si-
no de que posibilite que las partes puedan hacerlo. De esto dependerá que los participantes en una mediación empiecen a moverse en un plano de horizontabilidad, que vean que es posible el ganar-ganar y que de este modo elijan cambiar la forma de abordar un problema y trascenderlo.

 

 

Ampliar el campo de enfoque

 
 


En tanto la comunicación es ''una manera de vivir con los otros'' , es en esta ma-
nera de vivir con los otros que reconocemos que hay un otro u otros y, por lo tanto, que no existe UNA única verdad, sino perspectivas de ella y cada una válida en sí misma. Pero muchas veces puede sucedernos como mediadores que notamos que el punto de vista de alguna de las partes se ve muy limitado ora por motivos racionales, ora por motivos emo-cionales. ¿Cómo hacer entonces, sin menoscabo de la neutralidad, para que las personas vayan descubriendo nuevos puntos vista?

Tomemos como ejemplo el funcionamiento de una cámara fotográfica convencio-nal de 35mm, o sea la que utiliza la mayoría de las personas en sus vacaciones. Notaremos que el cuadro de enfoque, es decir lo que ve el ''ojo'' (técnicamente se llama objetivo) de la cámara es limitado. Como ya sabemos, para ver más deberemos alejarnos un poco de los objetos, lo cual implicará verlos más pequeños y por lo tanto nos perderemos detalles de
los mismos. Ahora bien, si por el contrario lo que queremos privilegiar es, justamente, ver un objeto en toda su plenitud, tendremos que acercarnos al mismo , lo cual si bien nos permitirá conseguir nuestra meta, nos impedirá observar el resto de los objetos que antes sí veíamos. La pregunta entonces es cómo hacer para que la mayor cantidad de objetos posi-bles estén dentro de nuestro cuadro de enfoque y, al mismo tiempo, lo más detalladamente posible o, por lo menos, de un tamaño que nos permita apreciarlos bien. Tendremos entonces que comprarnos una rotocámara. ¿Y qué es ésto? ¿De qué objeto raro estamos hablando? Simplemente se trata de una cámara fotográfica panorámica (de objetivo rota-tivo) que llega a cubrir un campo de visión de hasta 360 grados.
En cuanto mediadores, debemos facilitar el camino para que las partes se descu-bran a sí mismas como rotocámaras y puedan entonces darse cuenta de que el campo de enfoque puede ser mucho más amplio de lo que pensaban o tenían aprendido.

 

 

Los hábitos y ''hábitos''

 
 
''...en más de una ocasión había observado que, en mi segunda personalidad, mis facul-tades se agudizaban y mi espíritu se volvía más tensamente elástico, de manera que, allí donde Jekyll tal vez hubiese sucumbido, Hyde se elevaba a la altura de las circunstan-cias...''
Robert Louis Stevenson (The Strange case of Dr Jekyll and Mr. Hyde)

Una pregunta que queda por hacernos es cómo deberá actuar el mediador dentro del proceso mismo de la mediación. Es decir, ¿debe el mediador ser uno distinto de su per-sona? ¿Sería ésto posible? Y, en todo caso, ¿sería deseable? Su conducta, ¿deber ser muy diferente a la suya habitual?
Es claro que en la mediación se está desarrollando un determinado proceso que,
como tal, posee ''reglas de juego'' definidas, pero que en general goza de cierta informa-lidad. Supongamos ahora que el mediador es una persona de estilo y lenguaje formales. ¿No es quizás peor una informalidad forzada que una espontánea formalidad? No nos olvi-demos que el mediador es quien guiará el procedimiento y la coherencia y honestidad que él les transmita a las partes tendrá necesariamente que ver con la legitimación de su rol y la confianza de las partes en el proceso.

Ahora bien, en esto de ser fiel a su propio estilo tendríamos que plantearnos qué hacer respecto de los signos y símbolos identificatorios de creencias, afinidades, etc ¿Cuál debe ser la actitud del mediador si es el portador de ellos? ¿Y si son las partes las que vie-nen a la mediación llevando alguna divisa de este tipo?

Al primer interrogante responderé que, en la medida de lo posible, sería convenien-te que el mediador se quitase cualquier tipo de insignias que lleve consigo y si ésto no fue-ra posible, debe tratar de ubicarlas en algún lugar poco visible. No nos olvidemos que al-gunas de las personas que vienen a la mediación podría sentirse ofendida con este tipo de símbolos y con ello estaríamos poniendo en riesgo la legitimidad de nuestro rol, tan difícil de conseguir y tan fácil de perder.

Respondiendo a la segunda pregunta sobre si, en cambio, las partes son las que lle-van algún elemento de este tipo, diré que, a no ser que el mismo esté siendo utilizado para ejercer presión (poder) o provocación (ofensa), dejaremos que el procedimiento vaya flu-yendo naturalmente, ya que no debemos nosotros, como mediadores, darnos por aludidos cuando las partes no expresan oposición alguna. No nos olvidemos de que las personas que llegan a la mediación ya vienen con una relación previa en la cual , quizás, una esté acos-tumbrada a ver que la otra lleva siempre un colgante en forma de cruz y tal vez, lo que produciría su extrañeza y, por qué no su desconfianza, sería no vérselo puesto el día de la reunión.

Tomemos ahora el ejemplo de la Cruz Roja (la cual si bien se identifica con una cruz en Occidente, lo hace con una media luna en los países musulmanes, con un dragón en China y con un león y sol rojos en Persia) y preguntémonos si, entonces, el mediador deberá '' vestirse en Roma como los romanos''. ¿No pensaríamos que ésta sería una acti-tud acomodaticia? En el caso de La Cruz Roja, el cambiar el símbolo identificatorio es a los fines de coadyuvar en el proceso comunicacional según las características particulares de cada región. Esto lo logra de tal modo que, en ningún caso pierde su unicidad en cuanto a organización. En lo que respecta al mediador, en su rol también de facilitador, pensemos, por ejemplo, qué sucedería si las partes (en su totalidad) nos solicitaran que vistiése-mos ropa de color blanca porque simplemente les gusta más. Si analizamos claramente que
el pedido no hiere la ética en general y nuestra moral en particular, que nos nos causa una molestia en grado desmedido y que, además, estamos ante la presencia de un acuerdo entre las partes, a la pregunta de por qué hacerlo, respondería: ¿y por qué no?

 

 

Conclusiòn

 
 
Hemos recorrido hasta aquí diversas cuestiones en donde podemos observar que el límite entre ser neutral y no serlo es tan delgado, que muchas veces podríamos traspasarlo dándonos cuenta, quizás, cuando fuera demasiado tarde. Pero hablábamos en la introduc-ción de tratar de definir de algún modo esta cuestión de la neutralidad y decíamos en prin-cipio, aquello de mantenernos alejados. Y la forma de hacerlo, pero sin desvincularnos del procedimiento de la mediación, es realizando un sobrevuelo, en el sentido de permanecer volando sobre, de modo tal de no perder jamás de vista ni a las partes ni al proceso en sí.
Pero este sobrevuelo podría definirse de un modo más preciso aún y las pautas para ello podremos encontrarlas en el Mânava Dharma Sâstra , donde ya, 1.300 a.C., en el libro séptimo dice:
''El rey debe considerar como enemigo a todo príncipe que es su vecino inme-diato, así como al partidario de este enemigo, y como neutral a aquel que está más allá de estos dos''

Y quedándonos con esta última parte, cuando se define ''como neutral a aquel que está más allá de'', agreguémosle que para que la neutralidad sea tal, este estar más allá de-be ser equidistante (en todo sentido) de todas las partes.
Digamos, para finalizar, entonces que:
Neutralidad es un sobrevuelo parapático necesario e indispensable para que la Mediación se lleve a cabo con éxito.

 

 

ÍNDICE BIBLIOGRÁFICO POR AUTORES

 
 


· AYARRAGARAY, CARLOS ALBERTO, La Justicia en la Biblia y el Talmud ( con un comentario a la Ley de Manú por Alberto López Camps), Buenos Aires, ''Librería Jurídica'' Valerio Abeledo, Editor, 1948
· BIANCHI, ROBERTO A. Mediación prejudicial y conciliación, Buenos Aires, Editorial Víctor P. de Zavalía, abril de 1996.
· DE BONO, EDWARD, Conflictos. Una mejor manera de resolverlos, Editorial Planeta Argentina S.A., Buenos Aires, 1990
· FABELA, ISIDRO. Neutralidad, México, Editorial Biblioteca de Estudios Internaciona-
les
· FUKS, SAUL. Apunte del curso teórico-práctico de entrenamiento en Mediación, Centro de Altos Estudios en Métodos adecuados de administración de conflictos (CAEMAAC) -Colegio de Abogados de Rosario, nov. 1998.
· FUKS, SAUL, La Comunicación: Material preparado por Saúl Fuks para ser utilizado en la capacitación de Mediadores, Rosario, l998
· JAEF, VICTOR Apunte del curso teórico-práctico de entrenamiento en Mediación, (CAEMAAC)-Colegio de Abogados de Rosario, nov. 1998.
· PRÉVERT, JACQUES. Histoires, Paris, Gallimard, 1963 Traducido del francés por Carina Masjoan, Rosario, 1998
· STEVENSON, ROBERT LOUIS, The strange case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde, Traducción de Carlos Silvi cedida por Editorial Bruguera S.A., Hyspamérica y Ediciones Orbis S.A., Argentina, 1982.
· VILLARROEL, JUAN MANUEL. Apunte del curso teórico-práctico de entrenamiento en Mediación, (CAEMAAC)-Colegio de Abogados de Rosario, nov. l998.
· WITTGENSTEIN, LUDWIG. Letzte Schriften über die Philosophie der Psychologie, Traducción de Edmundo Fernandez, Encarna Hidalgo y Pedro Mantas, Editorial Tecnos S.A., Madrid, 1996
· ZALEMI ZACHERL, GERARDO SALVADOR. Apunte del curso teórico-práctico de entrenamiento en Mediación, (CAEMAAC)-Colegio de Abogados de Rosario, nov. 1998.
· ZALEMI ZACHERL, GERARDO SALVADOR, Material preparado para ser utilizado como apunte en el curso de entrenamiento en Negociación y Mediación desarrollado en Colegio de Abogados de Rosario, Rosario,1998

 

 

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