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I. INTRODUCCIÓN
En este trabajo se presentará una propuesta de mediación
escolar, cuyo propósito es encontrar mecanismos de resolución
de conflictos que resulten eficientes y persistan a lo largo del tiempo.
De ahí nuestro interés en la capacitación de toda
la comunidad escolar.
Comenzaremos por caracterizar a las instituciones educativas argentinas,
desde la perspectiva de la mediación, como un lugar donde conviven
un conjunto de personas de diferentes edades durante varias horas al día.
Obviamente esa convivencia está fundamentalmente motivada y basada
en el proceso de enseñanza-aprendizaje, que permite la transmisión
de un conjunto de saberes significativos para la sociedad de una época
determinada. En ese espacio se entrecruzan historias personales, familiares,
grupales e institucionales.
La comunidad educativa, como todo grupo organizado que cumple con una
función específica, está atravesada por un eje normativo.
Cada institución diseña sus propias normas; Algunas son
manifiestas y se encuentran escritas, otras simplemente se conocen y transmiten
por tradición.
Las normas pautan y acotan las conductas individuales, regulan las comunes
y hacen previsibles los comportamientos a partir de las delimitaciones
entre lo permitido y lo no permitido, de modo tal de resguardar los derechos
y deberes de todos sus miembros.
El conocimiento y, de ser posible, el consenso sobre las normas posibilitan
la convivencia y favorecen un orden funcional que puede ser comprendido
y compartido por todos los actores escolares.
Ahora bien, todo orden normativo incluye la posibilidad de la ruptura,
del incumplimiento del acuerdo. La "indisciplina" escenifica
una situación conflictiva entre los distintos actores y remite
a la transgresión del pacto. Es compleja de definir ya que refiere
a aspectos agravantes o atenuantes del contexto y a la relatividad del
punto de vista del protagonista y del espectador.
Transgredir una norma no es lo mismo que transgredir un valor, así
como aceptar una norma no es igual a incorporar un valor. De allí
que sea necesario intentar crear un soporte cognitivo, apelando a la comprensión
de lo que la norma sustenta.
La sanción permite situar y marcar un acto que escapa a las normas
de convivencia escolar y social e incluso apela a los valores de la ética
personal.
La no-aceptación de los límites, las agresiones físicas
y/o verbales, la descalificación de la palabra del otro, la falta
de responsabilidad de los actos, los daños materiales, son algunos
aspectos que se observan al analizar diversos tipos de conflictos que
ocurren en la escuela.
Enfrentada a esta situación, la escuela interviene: aparecen los
apercibimientos, las llamadas de atención, las firmas, las observaciones,
las amonestaciones, las "malas notas", la reparación
material, la suspensión, la separación de la escuela, que
configuran entre otros, modos de intervención posibles, modos escolares
de sanción.
Pero la sanción no garantiza la resolución del conflicto
que llevó a imponerla, aunque puede reafirmar la diferencia entre
lo permitido y lo prohibido y recordar y remitir al pacto.
El conflicto en el interior de la escuela se asocia a las nociones de
disciplina-indisciplina. En la escuela la disciplina permite encuadrar
la tarea, delimita los márgenes, facilita el proceso de enseñanza-aprendizaje,
genera un clima de respeto y cuidado de las personas, y sostiene simultáneamente
un contrato común y singular, donde cada uno cumple con su función.
Detenernos en la diversidad de connotaciones que implica la expresión
disciplina nos permite otra aproximación al tema. Es interesante
revisar la diversidad de significados del término disciplina: desde
el asociado a la observancia de un conjunto de leyes y reglamentos que
regulan ciertos cuerpos como el ejército o la iglesia; como un
sinónimo de doctrina, de instrucción moral de la persona;
como la sumisión, la obediencia a un reglamento; como el que denomina
a un instrumento de flagelación o azote; hasta ser un equivalente
de asignatura, de un cuerpo organizado de conocimientos.
También podemos acercarnos al tema desde el análisis de
las variaciones históricas de las formas en que la disciplina se
ha presentado en el interior de la escuela. Como dice Adriana Puigrós
(1990), investigadora y pedagoga argentina, en su libro Sujetos, Disciplina
y Curriculum: "la historia de la educación argentina ha registrado
como disciplina solamente la formulada en normas, reglamentos, leyes,
es decir, aquellos vínculos coercitivos que tienen legitimidad
y cuya producción cuenta con el consenso de los sujetos a los cuales
la acción va dirigida y de quienes están encargados de ejecutarla".
La forma en que las escuelas regularon el funcionamiento de su vida cotidiana
ha sido bastante homogénea y comenzó a cambiar conjuntamente
con la transformación socio- política global. Recordemos
que en 1983 retorna la democracia a la Argentina después de un
período de golpes militares continuos. Los modos de relación
entre las generaciones en el proceso pedagógico han ido en consecuencia
cambiando y generando nuevas expectativas y requerimientos tanto a los
docentes como a los alumnos.
Los valores fundamentales que hacen a la convivencia democrática
como la tolerancia, el respeto por el otro, la justicia, la solidaridad,
el ejercicio de una libertad responsable, entre otros, se expresan en
normas y reglas que se han modificado en el tiempo y hace necesario revisar
posturas concebidas a principio de siglo.
Desde un enfoque cognitivo-evolutivo cada sujeto debe realizar un recorrido
que posibilite la construcción de una personalidad moral. Jean
Piaget indagó sobre la relación entre la práctica
y la conciencia de las reglas, las normas morales de origen adulto y el
desarrollo de la noción de justicia al investigar la solidaridad,
la responsabilidad colectiva, la sanción, la autoridad y el conflicto,
entre otros temas. Concluyó que el criterio moral surge como resultado
de un desarrollo cognitivo y que requiere de la interacción con
adultos y con pares para permitir así el pasaje de una moral heterónoma
a una moral autónoma. El respeto mutuo, el sentido del bien y la
responsabilidad favorecen la autonomía. Las reglas que surgen de
una elaboración cooperativa y del intercambio, del diálogo
y de la colaboración son obedecidas por respeto a los demás
y no por obligación, por afecto y/o por temor a perder la consideración
grupal. Así se logra poner en juego la capacidad para comprender
el punto de vista ajeno y paulatinamente la de argumentar las propias
decisiones. Justamente el juego de fuerzas que tienen por teatro a la
escuela permite que ésta se siga presentando como un escenario
privilegiado para el ensayo y puesta a prueba de diversas conductas y
experiencias para niños y adolescentes.
Al recordar los objetivos de la escuela se podría preguntar ¿No
es más favorable a los fines pedagógicos qué los
alumnos construyan conocimientos que les permitan resolver sus conflictos
sin la necesidad de la intervención de terceros?
II. VÍNCULOS
JERÁRQUICOS Y ASIMÉTRICOS
ENTRE LOS ACTORES ESCOLARES
Se ha afirmado que la mediación escolar se caracteriza, a diferencia
de otros tipos de mediaciones (laboral, familiar, civil y comercial, etc.)
por abordar una amplia variedad de conflictos, en función de la
multiplicidad de vínculos que se establecen en la institución
escolar.
¿Por qué esa diferencia? Porque allí concurre una
gran diversidad de actores que cumplen distintos roles: alumnos, familias,
docentes, directivos, no docentes (portero, personal de maestranza, cocinero,
kiosquero y otros). Estas personas se relacionan laboralmente por vínculos
que jerárquicamente son asimétricos.
Los diferentes actores institucionales comparten una parte de su historia
cotidiana. Además, poseen una historia personal con los conflictos
que se ocasionan en otros ámbitos y que en muchos casos tratan
de resolver en la escuela. En ocasiones utilizan para ello los momentos
y los espacios tal vez menos apropiados (baño, oficina, patio,
aula, calle, dirección, etc) o acuden a diferentes personajes (docente,
secretaria, madre, vecina, compañero de curso, etc.). Pueden llegar
a pedir consejos a las personas más cercanas pero no por eso más
idóneas. Esta cercanía permite conocer las intimidades de
la vida extraescolar (estado civil, hijos, enfermedades, problemas), que
pueden llegar a conformar un preconcepto sobre las características
y el poder del otro.
Si alguna de ellas asumiera el rol de mediador ya no sería neutral
su participación. Aún ejerciéndolo correctamente,
pretendiendo una suerte de autoneutralidad (por ejemplo dejando de lado
las tradiciones de autoritarismo que poseen muchos adultos en la escuela),
no garantizaría a los involucrados reconocer al mediador como imparcial.
¿Quedaría claro para toda la comunidad escolar cuál
es la función del mediador? Y de ser la respuesta afirmativa ¿Esa
función no se investiría de "poder" real o imaginario
dado por los involucrados en el conflicto?
Y ¿Qué pasaría si por algún motivo fortuito
no se lo pudiera consultar? ¿Sin su presencia no pueden resolverse
los conflictos?
Se dijo que la normativa establece formal o imaginariamente relaciones
jerárquicas asimétricas y que el criterio moral surge de
un desarrollo cognitivo en el intercambio entre adultos y pares. Cuando
se pretende modificar las normas ¿de qué manera intervienen
todos los actores institucionales escolares?. Por ejemplo: los centros
de estudiantes pretenden hacerlo muchas veces y con ello generan nuevos
conflictos, porque los mecanismos que utilizan no siempre son los apropiados,
pero al sentarse a diseñar y elaborar programas de convivencia
¿Quién garantiza que se les dé paridad respecto de
los adultos que participan? ¿No se encubriría el autoritarismo
bajo nuevos modelos de "poder"?
¿No surge del análisis de los interrogantes planteados,
la necesidad de capacitar a toda la población escolar en la temática
de mediación escolar?
El conocimiento, y de ser posible, el consenso de las normas posibilitan
la convivencia y favorecen un orden funcional que puede ser comprendido
y compartido por todos los actores escolares.
El juego de fuerzas que tienen por teatro a la escuela, permite que ésta
se siga presentando como un escenario privilegiado para el ensayo y puesta
a prueba de diversas conductas y experiencias para niños y jóvenes.
En el interior de la escuela, las normativas regulan el intercambio entre
los diferentes actores y establecen los límites entre cuestiones
públicas y privadas. Sin embargo, a pesar del establecimiento de
normas, muchas veces aparecen transgresiones que vulneran los derechos
y deberes de los actores institucionales, que generan conflictos que perturban
el sistema de convivencia
Frente a ello cabe nuevamente preguntarse ¿Cómo se construye
un sistema de convivencia en el interior de la escuela? Sostenemos que
construir un sistema de convivencia, superador del tener que "vivir
con otro", supone la reflexión permanente y el intercambio
de ideas entre pares, y entre alumnos y autoridades, acerca de la búsqueda
del equilibrio entre lo personal y lo social, lo propio y lo común,
la ley y el deseo.
La convivencia no puede separarse de la presencia de los conflictos que
afectan las relaciones personales, grupales e institucionales. Pero como
sostienen Girard Y Koch, "el conflicto en sí mismo no es positivo
ni negativo, más bien es una parte natural de la vida, inherente
al ser humano en diferentes culturas... aprender a mirar el conflicto,
cómo entenderlo y analizarlo puede ayudarnos a forjar respuestas
más efectivas y productivas.
Los modos de resolución de los conflictos también son materia
de aprendizaje. La mediación justamente tiene como propósito
fundamental encontrar aquellos más económicos, eficientes
y eficaces de resolución. Un docente capacitado en mediación
al mismo tiempo de enseñar los contenidos de su disciplina, podrá
mostrar en el transcurso de la dinámica de la clase la manera de
resolver los conflictos que se presentan, contribuyendo a la democratización
de la convivencia institucional.
Al recordar los objetivos de la escuela se podría preguntar ¿No
es más favorable a los fines pedagógicos qué los
alumnos construyan conocimientos que les permitan resolver sus conflictos
sin la necesidad de la intervención de terceros?.
Tanto los docentes como los alumnos pueden cumplir con la función
de mediar. Seguramente existen mediadores empíricos en cada escuela,
quienes podrán sistematizar y profesionalizar sus acciones a través
de técnicas apropiadas que favorezcan creativamente la concreción
de los fines propuestos, si obtienen la formación teórica
y práctica que avale su proceder.
Visualizada la mediación como un contenido de aprendizaje a construir
en la complejidad y especificidad de cada dinámica institucional,
requiere del procesamiento de los aspectos cognitivos, afectivos y sociales
que en ella confluyen.
III. LA MEDIACIÓN ESCOLAR SIN MEDIADORES
Esta propuesta se fundamenta en dos tipos de consideraciones. En primer
lugar en las instituciones educativas existen mediadores empíricos.
Generalmente ese rol se adscribe, y lo desempeñan los docentes,
aunque no de manera exclusiva. En ocasiones son algunos alumnos los que
cumplen con este papel. Su accionar es intuitivo y sostenemos que aumentará
su eficacia a partir de la capacitación que los dotará de
herramientas técnicas idóneas.
En segundo caso, se trata de mediadores designados específicamente
para la tarea. Antes de su llegada las decisiones sobre disciplina y normativa
se concentraban en el poder del directivo, docente, integrante de gabinete,
alumno líder, padre o artículos del programa de convivencia
escolar reconocido por todos. El mediador con su nueva presencia detenta
el poder del saber, poder que le confiere su capacitación en el
tema. Ahora bien, no obstante la eficacia de su accionar nuevamente, surge
la pregunta: ¿Qué pasa cuando por algún motivo fortuito
no se lo pueda consultar? ¿Es imprescindible su presencia para
resolverlos?
Nuestra experiencia empírica al respecto da cuenta que desaparecida
la figura del mediador específico (y muchas veces extraño
a la institución), desaparecen los efectos beneficiosos de la mediación.
Se atraviesa por una situación que puede ser caracterizada como
de "efecto invernadero", es decir que los modos de resolución
de conflictos mejoran solamente durante el período en el que se
ejerce formalmente la actividad de mediación.
El convencimiento sobre los beneficios que la mediación aportará
al sistema educativo es insuficiente para introducir el tema en la institución
escolar. Se debe pensar en diferentes modelos que compatibilicen con los
objetivos de una educación democrática.
La originalidad de nuestra propuesta radica en la presentación
de la mediación escolar sin mediadores, a partir de concebirla
como un conocimiento a construir por los docentes para enseñar
a sus alumnos, quienes a través de un efecto cascada podrán
transmitir ese conocimiento a sus pares, multiplicando sus efectos.
Se espera que la capacitación en el tema, permita que toda la comunidad
educativa utilice de manera apropiada las técnicas de resolución
de conflictos. La participación del conjunto de los actores escolares
garantiza la continuidad de los nuevos modelos de comunicación
que favorecen la plena convivencia entre los seres humanos.
LOS OBJETIVOS
DE LA MEDIACIÓN ESCOLAR
El docente acerca al alumno nuevas herramientas. Éstas le ayudan
en el camino de sus aprendizajes. Pero ¿Cuál es el objetivo
prioritario docente respecto a los conflictos en los que participa? ¿Que
los alumnos lleguen a acuerdos pautado por ambos? o ¿Qué
los alumnos construyan conocimientos que les permitan resolver sus conflictos
sin generar violencias ni necesidad de la intervención de terceros?
y /o ¿Que los alumnos reproduzcan modelos de aprendizaje válidos
en ámbitos que exceden la institución escuela?
Sí bien desde algún lugar la actitud de mediar es reconocida,
lo que se presenta como distinto en la escuela, es el conjunto de variables
vinculadas a la mediación: las características, las técnicas,
las relaciones establecidas entre los involucrados y el poder, y entre
la escuela donde se produce el episodio y su normativa.
¿Quién debería ser el mediador en la escuela?
En la investigación que estamos implementando sobre un total de
150 alumnos del último año del segundo ciclo EGB, los estudiantes
declaran como referente válido ante situaciones de conflicto: primero
al docente (85%), al director (58%) y en tercer lugar a sus compañeros
(56%) . Entonces ¿porqué no aprovechar la tarea y el lugar
que les otorgan sus alumnos para enseñar por medio de las técnicas
de resolución de conflictos nuevos modelos comunicacionales? ¿No
presenta particular relevancia la necesidad de que los adultos asuman
el rol que niños y jóvenes necesitan, en tanto referentes
válidos? Esta posibilidad se presenta particularmente discutida
por el momento que atraviesa nuestro país.
EL ROL DEL MEDIADOR ESCOLAR
Respecto a la mediación en la escuela, hay diferentes opiniones
respecto de quien debe ejercer el rol: las que sostienen que el rol de
mediador puede ser asumido por diferentes actores de la comunidad educativa
(los alumnos, los directivos, los docentes, los profesionales del gabinete
institucional) y las que afirman que debe ejercerlo una persona ajena
a la comunidad.
Hasta la fecha en la Argentina son mediadores escolares (con diferencias
según las provincias o localidades de las que se trate) distintos
actores (alumnos y adultos) capacitados y designados a tal efecto en algunas
jurisdicciones y barrios; o bien contratados por las autoridades o dueños
de escuelas privadas
En este trabajo se avala la figura del mediador sin designación
para el cargo. Se fundamenta en la comprobación empírica
de la reaparición de los conflictos una vez que desaparece la figura
del mediador, conflictos que comenzarían a sucederse con la misma
intensidad que antes de introducirla, puesto que no está garantizado
el uso de los modelos de comunicación que ponía en práctica.
Los objetivos de investigación que estamos llevando a cabo en la
Argentina proponen "que la capacitación sobre mediación
de todos los miembros de una escuela, debería centrarse en el aprendizaje
y puesta en práctica de las técnicas de resolución
de conflictos", sobre la base de la insuficiencia de la información
por si misma para garantizar cambios de actitudes en la vida cotidiana.
Por ello, en una escuela adultos, niños y /o jóvenes deben
estar en condiciones de mediar sin necesidad de establecer formalmente
el rol.
En la actual investigación, los docentes del muestreo al ser encuestados
pos capacitación, destacaron que lograron construir conocimientos
sobre:
? La oportunidad de contar con herramientas facilitadoras de su tarea.
Las maneras de contener afectivamente al otro, a partir de la vivencia
personal acerca de lo bien que se sintieron durante las jornadas de capacitación
? El reconocimiento de modelos de comunicación más eficaces
que las utilizadas hasta el presente. relacionado con la construcción
de conocimientos acerca de:
· Habilidades para escuchar (escucha activa), y consecuentemente,
realizar la pregunta apropiada
· Diferentes modos de preguntar : preguntas abiertas, cerradas,
circulares y de indagación
· Detección de necesidades, posiciones e intereses
· Estrategias de abordajes diferentes ante el conflicto a partir
de la recreación de distintas técnicas aprendidas
· Parafraseo
· Reformulación
· Torbellino de ideas
· Negociación colaborativa
· Acuerdo de partes
? La posibilidad de que sus alumnos aprenden a resolver los conflictos
sin la intervención de terceros adultos y convirtiéndose
en agentes de cambio reproductores de la resolución de conflictos
desde esta nueva perspectiva
? La probabilidad de utilizar lo aprendido en ámbitos que exceden
a la escuela y a su rol docente.
Actualmente nos abocamos a la evaluación de impacto y al análisis
de los resultados entre los grupos capacitados y no capacitados en mediación
escolar .
PERFIL DEL MEDIADOR
ESCOLAR
El mediador escolar no externo, conoce a las partes en conflicto y en
ocasiones también a sus conflictos intrapsíquicos. Además,
muchos estudiantes conocen acerca de la vida de sus docentes o de sus
pares (cualquiera sea el que medie). Consecuentemente, las características
sobre los vínculos que allí se establecen hacen pensar que
no son compatibles con los requisitos formales que debe tener un mediador.
¿Puede una persona que está inserta en la institución
actuar como mediador?.
Los que trabajan en la escuela, fatigados de solicitar ayuda y de no obtener
siempre las respuestas apropiadas, conocen asimismo la poca permeabilidad
que tienen los actores escolares con los agentes externos que pretenden
colaborar con ellos.
Paradójicamente la etnografía escolar enseña acerca
de la necesidad de adentrarse en las aulas a partir de la observación
participante. Pero ¿puede una persona ajena al sistema reconocer
sus necesidades solamente con la capacitación en mediación?
VENTAJAS DE
LA MEDIACIÓN ESCOLAR
SIN MEDIADORES
En la escuela, la posibilidad de mediar parecería generar al
principio una mayor inversión de tiempo. Por ejemplo, la amonestación
ante la transgresión de un estudiante o la escucha incondicional
a una madre que se queja sin razones válidas, demanda en período
menor que el que requiere un proceso mediatizador. Por otra parte los
alumnos, muchas veces prefieren la resolución a través de
la aplicación de la normativa vigente para no construir activamente
los procesos que culminen con la resolución del conflicto. Los
siguientes ejemplos de respuesta testimonian esta afirmación: "poneme
amonestaciones y chau!"; "a Juancito no le hablo más;
"decí que les pones sanciones a todos y se levanta el que
rompió el vidrio, después se las metés a ese";
etc.
Por el contrario los alumnos que solucionen sus dificultades con los otros
a partir del nuevo modelo de comunicación que les brindaron las
técnicas de de capacitación en mediación, reproducirán
y utilizarán con sus pares y adultos los mecanismos aprehendidos.
La comunidad escolar reproducirá a su vez mecanismos que le redituarán
resultados adecuados.
A los pocos meses de introducir una mediación de estas características,
disminuirá el nivel de conflicto y mayor cantidad de actores escolares
estarán en condiciones de utilizar mecanismos semejantes ante la
presencia de una nueva disputa.
En el devenir histórico de los involucrados y de la institución
se obtendrá a posteriori ventajas notorias, porque la reproducción
de los nuevos modelos comunicacionales será tarea de todos y no
del "mediador designado".
IV. PROPUESTA
Entre el año 1997 y 1999, se encuestaron a 350 docentes (de dos
provincias y ciudad de Buenos Aires) capacitados en Mediación escolar.
La síntesis de lo expresado por el 85% arrojó los siguientes
resultados cualitativos:
1. Los docentes argentinos a cargo de los niveles EGB 1, 2 y 3 de escuelas
municipales y provinciales, se encuentran con dificultades que exceden
la función de enseñar contenidos. Uno de los factores a
tener en cuenta en esta apreciación, es la situación socioeconómica
adversa por las que atraviesan sus alumnos. Consecuentemente, en ocasiones
el rol incluye tareas asistenciales.
2. Los padres presionan al adulto que está frente al curso con
diferentes demandas, quejas o pedidos de auxilio.
3. Los estudiantes importan a la escuela sus problemáticas y la
utilizan como continente de sus emociones. Los problemas externos cotidianamente
generan conflictos entre pares y/o con los adultos de la institución.
4. Las estrategias hasta ahora puestas en práctica por los docentes
no logran las expectativas esperadas, a veces son éstas las que
generan mayores conflictos.
5. Los docentes ante esas situaciones se ven necesitados de herramientas
que los ayuden a encontrar estrategias de acción y piden colaboración.
En la búsqueda por soluciones a los conflictos, finalmente muchos
desisten en su tarea , con el tiempo decae su ánimo, pierden las
fuerzas y finalmente sus expectativas de logro son mínimas. Así
dan lugar a la profecía autocumplida: "no se puede hacer nada".
6. En nuestro país, se evidencia una incipiente salida a la crisis
de autoridad y falta de proyectos a largo plazo, debido a la coyuntura
histórica nacional sumado a los efectos de la economía globalizada.
Se está ante una etapa de transición donde se evidencian
las ausencias de valores éticos y morales claros.
7. En la investigación que estamos llevando a cabo, los niños
de 6to año ( segundo ciclo EGB) ante las disputas, consideran la
intervención del maestro como un referente válido.
8. Los docentes solicitan una capacitación que no les resulte alejada
de la práctica diaria.
9. Al capacitar a los docentes en técnicas de resolución
de conflictos que ofrece la mediación, se los ayuda a construir
conocimientos relacionados con nuevos modelos de comunicación.
10. Continuando con la capacitación en efecto cascada hacia sus
alumnos, obtienen paralelamente los siguientes logros:
? Legalizar el lugar de referente del saber a quien en la práctica
lo venía representando.
? Evitar introducir un agente externo en la escuela, para que los propios
actores institucionales se comprometan y hagan cargo de resolver los conflictos.
? Difundir rapidamente la información a un conjunto de docentes
que concluirán su formación con el diseño y elaboración
de un proyecto de capacitación. Aplicarán la teoría
a la práctica acorde a las características de su institución
de pertenencia.
? Capacitar al conjunto de la población escolar sobre nuevos modelos
de comunicación, dando el lugar para hacerlo a quienes diariamente
se preocupan y se ocupan de ese tema: actores escolares adultos, niños
y/o adolescentes.
? Prevenir situaciones de conflicto o la elevación del nivel del
mismo.
? Acompañar con las acciones de monitoreo pos capacitación,
durante el primer año que lleven a cabo los docentes sus proyectos,
con el objetivo de evaluar el impacto de la puesta en práctica
del conocimiento construido a través de la capacitación
en el tema.
Por lo tanto, en nuestra propuesta creemos que es fundamental generar
y favorecer un espacio de encuentro entre el alumno y el adulto donde
la medida disciplinaria tenga un valor interpelativo y resulte movilizadora
de reflexiones, razones y responsabilidades.
La responsabilidad debe ser entendida como la relación de verdad
que cada sujeto establece con lo que dice y hace sin alegar ni obediencia
debida ni desconocimiento. Esto se manifiesta en el lazo de palabra que
sea capaz de sostener consigo y con los otros. Es algo que se va construyendo
en la adolescencia, es el resultado de un tránsito paulatino y
satisfactorio en el cual se hace necesario que en el espacio que abarca
su mirada el adolescente pueda encontrar al menos un adulto significativo
que se haga cargo de lo que es y de lo que hace.
En tanto espacio que involucra al adulto como sujeto implicado en la situación,
lo conduce a enfrentarse con sus propias dificultades y obstáculos
frente al tema. Esto favorece que los educadores promueven en el aula
un clima constructivo de trabajo y no deseen hacer un uso coercitivo,
impositivo o represivo de su autoridad, ni recurrir a la amenaza del castigo
o de las sanciones. Un docente democrático busca el pasaje de la
necesidad de "mantener la disciplina en el aula" a la de lograr
un adecuado clima de trabajo en la clase, para favorecer el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Como sostienen Ianni y Perez (1990): "(la escuela)...es la institución
que sigue nucleando a un significativo número de adolescentes...los
que trabajamos con ellos somos testigos, y a veces protagonistas, de innumerables
situaciones que desconocemos, que nos sorprenden, nos desconciertan, nos
superan y también nos asustan. Problemáticas que durante
mucho tiempo eran ajenas al ámbito escolar o incidían indirectamente
en la vida institucional y hoy constituyen su principal preocupación..."
La renuncia al ideal de la armonía en la convivencia escolar incluye
una revisión permanente de la apuesta de la escuela como modelo
generador de espacios de participación, de diálogo, de reflexión,
de construcción democrática y de sostén de las rupturas,
de los contratos que pueden disolverse y los nuevos contratos que pueden
generarse.
Todos y cada uno de estos aspectos devienen en fundamentos, en pilares
sobre los que se construye un sistema de convivencia institucional.
Incluye también la necesidad de que el alumno cuente con un adulto
dispuesto a hacerse cargo y a sostener sus posiciones, para permitirle
asumir progresivamente mayores responsabilidades, recuperar el valor de
la palabra y anticipar su conducta ante la presencia de situaciones similares.
Pensar nuevas alternativas no es tarea sencilla. Observamos la injerencia
de estos temas en otros discursos. Así el sistema educativo comienza
a apelar a nuevas formas de resolución de los conflictos a través
de la mediación
El conjunto de estas reflexiones nos conducen a formular esta propuesta
mediación
escolar sin mediadores designados para el rol.
capacitación a los actores escolares en técnicas de resolución
de conflictos
un trabajo interdisciplinario que en el intercambio permita acercar al
docente
herramientas didáctico pedagógicas
una escuela que la prestigie y reconozca socialmente con el rol para la
que
se creó: educadora
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