El tiempo de Deriva

El tiempo es una dimensión maltratada, continúan los relojes hiperatómicos buscando el milésimo de segundo como si todo fuera trasladable sobre una línea recta, sobre una mesa de autopsia; pero yo sé que sobre esta balanza cambian los pesos en base a las medidas y en base a la mano segura del comerciante, y el tiempo así toma la forma que le confiere nuestra mente, indivisible como un fluido y bajo las leyes de una continua distorsión. Así frenético el tiempo del hacer, ansiogeno el tiempo de la espera, acelerado el tiempo del semáforo, implosivo el tiempo de la tristeza parece, por ejemplo, un no tiempo que transcurre sólo porque es estático, esquizofrénico si divide en quién mide y quién se queda, como el tiempo del pensar o del sueño con ojos abiertos exiliado de la coincidencia con una serie de fenómenos mundanos.

Vagar, deambular, charlar y hacer el amor son actos con tiempos específicos, leer es perpendicular, escribir es un hipo, viajar cambia según las motivaciones; finalmente interrumpo la enumeración de los verbos que me llevarían al tiempo del hablar por hablar.

Son las motivaciones y las funciones que significan nuestros momentos, las emociones como emanaciones de aquellas motivaciones (hay cacofonía de "-ción") que habíamos hábilmente olvidado (el tiempo del olvido, el reverso del tiempo que "implode" y de categoría se vuelve dispositivo, de fluido se torna máquina).

El tiempo de Deriva es el tiempo de la experiencia ,de la acción, de la voluntad, de la reflexión, no puedo dar definiciones, pero contra la pérdida de tiempo relacionada siempre al hacer, a los objetivos, al ganar, yo creo en deriva como adquisición del tiempo, un tiempo al cual nosotros atribuimos voluntariamente un significado cualquiera que este sea. Federico ha sugerido que Deriva es el tiempo de la creación artística pero invirtiendo sus palabras se abstiene la creación artística del tiempo, no menos enigmático, no menos posible.

El tiempo de Deriva