Sobre el estado de quien deriva


Les despertaremos en un lugar como si fuera el lugar primario, su primera mirada sobre el mundo; les hemos vuelto invisibles con vendas sobre los ojos; secuestrados, han perdido conciencia; la anestesia del oído fue más engañosa, confundía los ruidos verdaderos con series simuladas, ritmos artificiales travestidos de peatones, un caos que los ha despistado, ha borrado el normal régimen del tiempo. Luego son transportados a través de medios de transporte públicos como dragones sueltos, no máquinas funcionales sino dispositivos que trabajan para el aturdimiento técnico, el carnaval de la técnica.

No saben desde dónde llegaron, conocen su destinación sobre el mapa, no pueden reconocerla en la calle sin nombre. Están en la tierra de nadie. La viabilidad pública es una fiesta callejera de signos amorfos, los nombres de las calles son lápidas al ángulo de los cruces, ustedes giran perdidos, la gasolinera, el quiosco serán puntos de referencia sólo cuando regresen allí, y se golpearán la frente con la mano porque por allí ya pasaron, han cerrado un cerco, el tiempo transcurrido en este andar, fue inútil?

La destinación esta lejos, parece pertenecer a otro continente, no hay diferencia, porque al final notarán al peatón, la arista, la plaza, la fuente seca, el tipo de basura que llena la calle, la señal que se repite.

Una ocasión para reflexionar sobre el sentido del proceso, la atención al camino, sobre el trayecto como forma significante y preparatoria de cada objetivo, la meta es sólo un expediente para recorrer un camino andando, mirar, observar, olvidarse de la meta.

és de los trazados forman el paisaje sonoro.

Sobre el estado de quien deriva